La afición de a pie tiende a creer que un director deportivo se encarga directamente de los fichajes de futbolistas profesionales y nada más. De ahí que Utz Claassen, cual aficionado, eligiera para el puesto a Miguel Angel Nadal, cuyo apellido le servía de impecable escudo de cara a la sociedad y algunos medios de comunicación, con ello mataba dos pájaros de un tiro. Soslayó que el hecho de haber sido internacional y buen jugador no imbuye a nadie de los conocimientos necesarios para desarrollar la amplia función que exige el cargo. Nada más llegar, Maheta Molango ya se encargó de aliviar las tareas del manacorí y ahora se dispone a contratar a un nuevo jefe de un área a la que el suizo le ha cogido el gusto, ya que para otras tareas administrativas se confiesa neófito. Allá Sarver y sus muchachos.
Conviene aclarar que el perfil de lo que se está buscando se parece más al de la figura de un manager a la inglesa que la de un simple ojeador. El responsable debe estar por encima del entrenador –curiosamente tanto Ferrer, como Gálvez o Vázquez tenían un sueldo inferior cuando suele ser justo al revés- y no solamente tomar las riendas de la gestión iniciada por cualquier miembro de su oficina, sino negociar con habilidad, mantener una excelente relación con los distintos agentes, saber cómo enfrentarse a ellos si es necesario, convencer a los jugadores de sus conocimientos, mantenerse al día de los reglamentos vigentes en cuanto a los contratos y determinar la política, objetivos e incluso sistemas de juego por los que apuesta el club.
Es, en suma, quien debe reunir a un plantel de acuerdo con esa idea y poner a disposición del técnico un grupo prácticamente cerrado y no al revés. Por supuesto ha de captar nuevos fichajes, pero esa no es su única misión. Luego, durante la temporada, debe exigir informes de cada uno de los responsables de los vestuarios, desde el primer equipo hasta el último de los alevines, naturalmente con sus colaboradores, si bien pero él debe ser el responsable último. Una tarea árdua y nada simple, difícilmente imputable a quienes carezcan de experiencia.
