Me gusta el verano

Mira que todas las estaciones tienen su encanto. Otoño ofrece una gama de colores y unas temperaturas únicas que invitan al paseo, al senderismo, a perderse entre nuestras maravillosas islas; en invierno tenemos en Baleares algunos días, no demasiados, en que desempolvamos los abrigos y disfrutamos hasta de alguna que otra nevada ocasional que vivimos gozosamente acompañados de nuestras familias y amigos; en primavera, la explosión de mil olores embriagadores tras un intenso día de lluvia al que sigue un reparador día junto al mar o en plena Serra de Tramuntana, vuelven a recordarnos que este archipiélago es realmente único; y el verano…qué puedo decir del verano. Es mi estación favorita.

Lo que más me gusta del verano es tener el privilegio de vivirlo en Mallorca y haber podido disfrutarlo también en Menorca, Ibiza y Formentera. No voy a negar que Formentera nos robó el corazón hace años, si bien es cierto que cuando llegaron “las personitas más importantes del mundo”, esos momentos chill out de la menor de las Pitiusas fue llevándonos primero a Ibiza y luego a Menorca, ese otro paraíso que, precisamente, en estos momentos celebra en Ciutadella las espectaculares y multitudinarias fiestas de Sant Joan.

Con Sant Joan comienza el verano, acaban las clases, se confirma un secreto a voces…que de nuevo, va a hacer calorcito y que nuestro tesoro, el turismo, confirma su tendencia alcista que, a pesar de los atascos y lamentos varios, nos permite a todos estar donde estamos. La actividad se torna frenética y este maravilloso archipiélago recibe la visita de más de doce millones de personas. Realmente impresionante. Teniendo en cuenta que, por poner un ejemplo que nos queda próximo por la celebración de las Olimpiadas, una ciudad como Río de Janeiro recibe al año algo más de dos millones y medio de visitantes y todo Brasil no alcanza los siete millones de turistas, podemos tener una idea del peso que tiene Baleares en esta industria.

Y es que vivimos en un auténtico paraíso donde lo que no deja de sorprenderme, y en verdad digo que no he visto nada igual en ningún otro lugar, es la espectacularidad de su luz. ¡Cuántas veces nos habremos quedado, embobados, mirando ese cielo azul del mes julio, sin una sola nube en el horizonte, con esos rayos de sol que parecen no tener fin y ese reflejo único en nuestro Mar Mediterráneo! Es algo sencillamente maravilloso. Y si, además, podemos disfrutar de una buena puesta de sol en alguno de los innumerables lugares de ensueño que podemos encontrar en cualquiera de las perlas de este archipiélago, queda poco que añadir.

Nada más agradable que volver a casa, con la caída del sol, tras un maravilloso día de playa en Ses Illetes, Cala Conta, Cala Pregonda o Sa Ràpita. Nada más grande que encontrarte a ti mismo, aunque sea unos minutos, en un agua cristalina, mirando al horizonte y haciendo balance de lo bueno del año que ha pasado desde tu última inmersión. Porque no nos engañemos, en Baleares medimos los años en veranos, y las cosas irán menos bien, mejor o fenomenal, en función de nuestros veranos.

Empieza el estío, llegan las vacaciones y deben aparcarse las preocupaciones. Eso sí, a estas alturas, todavía no tenemos gobierno, seguimos en campaña electoral (aquí parece que no se entiende de estaciones) los británicos se plantean dejar la Unión Europea (y no debemos olvidar que eso no sería bueno para nosotros…ni para ellos) y la sentencia del interminable caso Noos todavía no ha visto la luz. En otras palabras, todavía nos quedan unos cuantos flecos por resolver.

Eso sí, en verano todo se ve distinto, huele distinto, sabe distinto. Sí, me gusta el verano.

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