Puedo asegurar que no tengo nada personal contra Josep Melià el candidato por un partido nuevo, Convergència per les Illes, que para que nos entendamos, es el que está cobrando su sueldo como diputado de Unió Mallorquina. Melià acudió ayer a un chat en Diario de Mallorca y dijo dos cosas que tienen su gracia, por decir algo. Ustedes verán: nuestro protagonista dice que su partido es contrario al clientelismo político, en primer lugar y, en segundo, que él no tiene relación ninguna con casos de corrupción. ¿No acepta el clientelismo político? Bienvenido. Pero esta debe ser una realidad sobrevenida, algo que le ocurrió hace poco, más bien hace nada. No me dirá que la Liga del Norte no era suya, no me dirá que el lenguaje que hablan los miembros de esta parte de su partido, comprobada en varias cintas de varios sumarios, es impropia de quien se opone al clientelismo; no me dirá que calló ante estas conductas cuando se conocieron; no me dirá que es bien extraño que nunca le hayan hablado de estas cosas en su expartido; no me dirá que el escepticismo mío es muy razonable. Y, segundo, sin relación con la corrupción. Por supuesto, esto es verdad. Pero prácticamente no hay nadie más en su partido que no tuviera nada que ver con la corrupción. Entonces, pregunto, si no supo lo que pasaba en su partido, ¿cómo puedo yo votarlo y que me garantice que velará para que no haya corrupción en el Govern, cuando en su partido ni se enteró?





