No todo está perdido en el mundo de la política. Ni podemos permitirnos que lo esté. Cierto es que la calidad intelectual, preparación y capacidad de la "clase política" - ¡Qué poco me gusta esta expresión! - ha sufrido un notable deterioro a partir de aquellos lejanos albores de la autonomía. El primer Parlament ahora da envidia. Los primeros Governs son recordados con nostálgica admiración. Nada tiene que ver esta añoranza con afinidades ideológicas. Las personas que en aquel momento decidieron aportar un poco ellas mismas a forjar las nuevas instituciones tenían, de hecho, algo que aportar. Hoy, basta seguir medianamente los medios de comunicación para percibir cómo hemos bajado el listón. Por no hablar de la vergüenza ajena que a uno le invade visionando vídeos de algunas intervenciones en sede parlamentaria. Algunas excepciones hay. Entre ellas, quiero destacar a una persona de firmes convicciones, de las que uno podrá discrepar, pero el perfil humano, preparación y capacidad creo que le sitúa como ejemplo del tipo de político deseable en estos momentos. Necesitamos políticos comprometidos, con la ideología que le encaje, con visión de futuro y capacidad de llegar a acuerdos. Me refiero a Joan Lladó que, como máximo responsable de ERC en Balears, está haciendo un esfuerzo admirable para facilitar una candidatura única de la izquierda nacionalista. Sólo espero que su trabajo no termine siendo pagado con alguna maniobra antropófaga guiada por intereses personales.
