Multitudinaria asistencia a la procesión del Corpus en Palma

Tal y como manda la tradición, la Catedral de Mallorca ha acogido este domingo, un año más, la fiesta del Corpus Christi, presidida por el obispo Sebastià Taltavull, quien ha sido el encargado de presidir la misa y leer la homilía.

La celebración, presidida por el obispo de Mallorca, monseñor Sebastià Taltavull, ha comenzado a las 17.10 horas, con la exposición del Santísimo; ha continuado con el Canto de las Vísperas, a las 17.15 horas, y ha finalizado con la celebración de la Eucaristía y la tradicional procesión del Corpus.

Precisamente, la procesión ha arrancado con los Cossiers i Cavallets bailando al ritmo de los xeremiers. Luego, la comitiva ha realizado el tradicional recorrido por el centro de Palma, pasando por las calles del Mirador y del Palacio, por Sant Pere Nolasc y Morei, continuando por la plaza de Santa Eulalia y Cort, por la calle Palau Reial para acabar, nuevamente, en la Catedral.

En total, han participado unas 20 cofradías de Semana Santa con sus respectivos estandártes, todo un récord si lo comparamos con ediciones anteriores. La Lledània, la cruz procesional que encabeza la comitiva, ha sido uno de los elementos más esperados por los devotos. Ornamentada con más de 1.200 flores de cera, pesa más de 60 kilos. Por ello, los miembros de las cofradías se han ido turnando durante el trayecto.

El otro gran protagonista de la tarde ha sido el sacramento en la Custodia, una pieza elaborada por el orfebre de la Catedral Josep Nicolau en 1585 y reestructurada por Nicolau Bonnín en 1785. Se trata de una obra de arte con base neogótica, una pieza central de estilo gótico y una parte de arriba de carácter barroco, donde se coloca la hostia consagrada. Pesa 181 kilos.

Durante la homilia, Taltavull apuntó que "el sacramento de la Eucaristía es el sacramento de la caridad y no podemos separar una realidad de la otra. Éste es el motivo por el que hoy nuestra institución de Cáritas propone el compromiso social de ser una Iglesia samaritana, una Iglesia en salida que quiere alargar la mesa de la Eucaristía, que es la mesa de la fracción del pan, del compartir en todas las situaciones personales, familiares y sociales que viven la precariedad, la exclusión y tantos signos de vulnerabilidad que les impiden vivir con dignidad, disfrutando de una tierra, de un techo y de un trabajo decente".