Todos felices: el Ministerio de Economía aprobó ayer el plan de Saneamiento para Baleares. ¿Qué significa esto que aparentemente provoca tanta alegría? Que ahora podremos pagar a los proveedores. Este era, en parte, el mensaje que circulaba anoche. Pero no. Siendo esto verdad, el tema es bastante más complicado. El plan de Saneamiento, que en pura tradición española, es desconocido por los ciudadanos (pero ¿qué les importará a estos?), supone que en lo que queda de año, cinco meses, habrá recortes en el gasto público del Govern Balear por un importe de 380 millones de euros (pensemos que estos ahorros no se podrá aplicar al gasto ya comprometido como son los salarios, los alquileres, los contratos a largo plazo, los compromisos financieros con los consells, ayuntamientos, etcétera, por lo que son ahorros que se tendrán que aplicar sólo sobre ciertas partidas no comprometidas) y que, porque eso le ha parecido suficiente a Madrid, nos deja ir a un banco, pedir un crédito adicional (que también habrá que pagar) y con ese dinero cancelar deudas de proveedores. Lo que su suele llamar “desvestir a un santo...” Sin embargo, como intuyen y, por supuesto nadie nos explica, aquí lo importante son los recortes por 380 millones sólo para estos seis meses. En buena lógica, deberíamos colegir que en doce meses hemos de hacer ahorros de 700 millones, pero ya lo dirán los Presupuestos del 2012. Para hacernos una idea, la Universidad cuesta 60 millones, IB3 casi 60, la EMT de Palma pierde 24 millones, SFM, 48 millones anuales y la Televisió de Mallorca cuesta 12. Como ven, si cerráramos todo esto, como aún así deberíamos seguir pagando las nóminas (salvo que haya despidos sólo para el personal laboral), el ahorro sería pequeño, por lo que ya se pueden ir haciendo una idea. Lo que nos espera es absolutamente terrible. Yo me atrevo a decir que, en realidad, esto es un desmoronamiento del modelo autonómico. No veo de dónde cortar este dinero sin sacrificar servicios totalmente básicos como la medicina o la educación. Tampoco veo una calidad en la gestión que permita abordar la cirugía de precisión que significa una correcta priorización de los recortes, lo cual sería posible, pero no hay quien se atreva con ello. O sea, nada que justifique la felicidad de anoche.
