Álvaro Gijón, el nuevo comisionado para la reconstrucción de una de las zonas turísticas más degradadas y simbólicas de España, la Playa de Palma, ha dicho que en breve se van a reanudar los trabajos, señalando que habrá que hacer algunas expropiaciones y que tal vez haya que acudir a la financiación privada (no, no es chiste). Pero hoy por hoy hay un problema previo que el comisionado nos debería aclarar porque ya nadie tiene ni idea de qué es lo que se quiere hacer allí. ¿De qué va el proyecto? ¿Hablamos del bulevar de Can Pastilla que provocó la paralización de todo el plan? ¿Hablamos de la versión corregida posterior? ¿O de la corrección que se introdujo después de la corrección? ¿Estamos hablando de aquellos huertos urbanos que nos vendió la anterior comisionada? ¿Es que, acaso, seguimos pensando en una hermosa calzada con un tranvía en medio? ¿Pero no habíamos quedado en que el tranvía quedaba parado? Parece obvio que, tras ya casi seis años de marear la perdiz (ese es el tiempo transcurrido desde que se planteó por primera vez el proyecto), de hablarnos de excelencia, de pagar salarios para no llegar a ningún puerto, de abrir periodos de información pública, no es el momento de que Gijón nos diga que todo va a continuar, sino de que nos expliquen qué es ese “todo”, porque ya nos hemos perdido.





