El Teatre Principal fue escenario este sábado de la entrega de los Premis Ciutat de Palma correspondientes a 2017. El acontecimiento, que organiza el Ajuntament de Palma y que aspira a ser la principal cita cultural de la capital balear, apostó por una imagen transgresora, alejada de los tópicos en este tipo de eventos, con una ambientación de música y escenografía de cabaret. Podría haber sido una buena idea si el desarrollo de la gala hubiese contado con la planificación y la coordinación que requieren este tipo de veladas. No fue así.
Polémicas lingüísticas aparte, los Ciutat de Palma de este año pasarán a la historia como una de las galas más desordenadas y faltas de previsión de las que ha conocido el Principal en los últimos tiempos. No existió ningún hilo conductor y hubo errores de guión inexplicables como que el alcalde Noguera no entregase el premio que se había anunciado que entregaría, que se produjeran inexplicables silencios o que empezase a sonar la Balanguera cuando ya se habían despedido los presentadores, y alguien estaba reclamando en ese instante la presencia de los premiados para la foto de familia en el escenario. Fueron unos minutos de caos y de improvisación que dejaron un alto grado de desconcierto entre los asistentes, empezando por las autoridades politicas que copaban las primeras filas de la platea.
Al final, los Premis Ciutat de Palma dejaron muy mal sabor de boca a los asistentes. Los responsables municipales no pueden permitir que uno de los eventos más importantes del calendario cultural de Ciutat sean objeto de tal confusión. No está a la altura de la tradición cultural del Palma ni augura un brillante futuro para ediciones posteriores. Por eso, Cort debería dar explicaciones, sin descartar la exigencia de responsabilidades por el perjuicio que ha sufrido la imagen de la ciudad.