Alberto lo ha sido casi todo en política. Sus cuatro mayorías absolutas en Galicia son suficientes para explicarlo. Sin embargo, su bagaje personal y político va mucho más allá. Ha gozado de la confianza de los gallegos en todas las ocasiones que se ha presentado. Su estrategia política le permite llegar a un espacio electoral amplio y lo integra. Su forma de hacer política permite dar respuesta a las necesidades mayoritarias de la población dificultado el desarrollo de las formaciones que aspiran al mismo espacio electoral. En este sentido, hay que tener en cuenta que cuanto más lo conocen sus electores, más le apoyan, más votos recibe.
No es un político al uso. Discreto, prudente, sensato, ecuánime, humilde, con visión estratégica y con habilidades directivas muy sólidas. Gobierna para todos, no solo para las suyos.
Prima la gestión a la política. Huye de los anuncios fatuos. Sus proyectos y sus logros llegan de forma clara a toda la sociedad. Sus campañas de comunicación son solo esto, huyen de la manida propaganda como herramienta política. Es tan preciso con sus palabras que utiliza la gestualidad como puro elemento de acompañamiento.
Llegado el momento, ha tardado cuatro semanas en llegar al congreso que le va a proclamar presidente del Partido Popular. Sin dudas, sin tutelas. El camino hacia el objetivo lo ha marcado él, lo ha recorrido él, ha decidido quien le acompañaba y desde que posición. Ha proyectado los tiempos con precisión. Solo un líder sólido es capaz de recorrer sin dificultades mayores en una senda cargada, habitualmente, de inconvenientes y obstáculos.
No le han regalado nada. Sus victorias se han fraguado en las urnas. Ajeno a las meritocracias de índole familiar ha estado atento a las oportunidades que se le han ido presentado. Unas, para descartarlas, otras para aprovecharlas.
Su visión de estado la adquirió a finales del siglo pasado. Llegó a Madrid en la década de los 90 de la mano de Romay Beccaría, primer ministro de Sanidad del gobierno Aznar. Era muy joven. fue designado secretario general de Asistencia Sanitaria y presidente del extinto Instituto Nacional de la Salud (INSALUD). Un feudo ideologizado, monopolizado por las formaciones de izquierda.
En representación de la Organización Médica Colegial tuve la oportunidad de ser testigo directo de la firmeza con la que tomaba las riendas de un ámbito con una gran carga ideológica y que técnicamente se había quedado sin proyecto a medio y a largo plazo. Con el Plan Estratégico del INSALUD, conocido como el Libro Azul, dinamizó la organización y la proyectó hacia lo que tenía que ser el sistema sanitario del siglo XXI. Lo fortaleció y lo alineó con los servicios de salud ya transferidos. Este trabajó permitió a Ana Pastor dos años más tarde, aprobar el corpus sanitario legal que regula la sanidad de hoy. Desarrolló y aprobó las normas de los ámbitos de la cohesión y coordinación, la ordenación de profesiones sanitarias y el marco estatutario que sirven de base legal a nuestro sistema sanitario tal como lo conocemos.
Corría el mes de octubre de 1998, en el Consolat de Mar, junto al Presidente Jaime Matas y al Consejero de Sanidad Xisco Fiol, el Ministro de Sanidad Fernando Romay y su colaborador más sólido, Alberto Nuñez Feijóo, firmaron un protocolo que establecía las líneas sobre las que desarrollar el sistema sanitario balear del siglo XXI, aprobando, entre otras cosas, la construcción del Hospital de Inca; el hospital fue construido por las instituciones ya transferidas e inaugurado en 2007, por Aina Castillo.
Aquel Alberto sensato, cerebral, brillante, hoy presidente del PP está destinado a ser el próximo presidente del Gobierno Español. No lo digo yo, lo dice él, y no suele fallar; ha venido a “ganar y gobernar”. Buen finde.
