Ojo por ojo

Cada vez que voy a una perrera y veo los cientos de animales que cada día son abandonados me viene a la cabeza la ley del talión que es, precisamente, la que yo aplicaría sobre las personas que han dejado ‘tirados’ a esos animales previamente y que, en el mejor de los casos, han ido a parar a un refugio.

Ojo por ojo y diente por diente. Sí señor. Es lo que haría con maltratadores y demás personas que se creen dueños de cuerpos ajenos y se permiten el lujo de pegar palizas, maltratar, abandonar y violar animales a su gusto y antojo.

Cuando llegan estas fechas navideñas la sensación de rabia crece y las ganas de aplicar de la ley del talión aumentan de forma considerable.

Y es que en esta época del año cuando más animales se venden y se compran de forma compulsiva. La historia siempre es la misma: Una persona pasa por delante de una tienda de animales (yo las eliminaría todas), ven un cachorrito monísimo y deciden llevárselo a casa porque a su hija pequeña le va a encantar. Pasan los meses y ese animal crece, tiene una serie de necesidades como ir al veterinario, alimentación, salir a pasear tres veces al día y claro, el cachorrito pierde, ahora, toda su gracia. ¿Qué hacemos? Pues abandonarlo. Así somos en este país de incultos y paletos.

Pues a todas esos yo les deseo exactamente lo mismo. Que cuando sean mayores y tengan una serie de necesidades (como que alguien les ayude a comer, a caminar, a ducharse, a ir al baño) sean abandonadas como perros y sepan lo que es pasar frío, hambre y sed simplemente porque eres un estorbo.

Lo siento mucho, llámenme rencorosa y mala persona, pero la verdad es que me da igual lo que piensen. Yo sólo sé que si alguien es capaz de maltratar a un niño o un animal, se merece que le maltraten y sufra, en sus propias carnes, el dolor que él mismo ha provocado. Ojo por ojo, diente por diente.

Y ya que estoy me permitirán que mande un mensaje para recordar que tener un animal es una responsabilidad para unos 15 años y que no hay que comprar animales, hay que adoptarlos. Los refugios están llenos de perros y gatos que buscan una segunda o, por desgracia, tercera y cuarta oportunidad. Sólo en Baleares, en 2014, se abandonaron más de 16.000 animales. Una cifra que no dice nada bueno de nosotros.

Así pues, ‘No compres, adopta’.

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