Ola de calor

No aguanto más, vaya por delante. O afloja la temperatura ambiental o me autoexilio a Siberia. O bien me subo al Santuari de Lluc. Pero no a pie. En coche y con aire acondicionado, que igual me sirve para refrescarme un poco.

Las altas temperaturas consecuencia de una interminable sucesión de olas de calor que venimos sufriendo en las últimas semanas están acabando conmigo.  Me falta el aire, las energías y lo que es casi peor: mis procesos mentales se bloquean.  Mi cerebro funciona al ralentí por sobrecalentamiento.  En tal estado de letargo me encuentro que solo valgo para estar de vacaciones. Pero como no lo estoy y mi editor es implacable, aquí ando tratando de exprimir mis ya escalfadas neuronas para conseguir juntar un número razonable de palabras y cumplir así con mi cita semanal con usted, mi querido lector.

Volvamos al tajo. Hay que escribir. Sí, escribir. Pero… ¿sobre qué?

¿Debería redactar el enésimo análisis del enésimo capítulo de la crisis griega? ¿Debería tratar de explicar cómo los políticos helenos - los de ahora y los de antes - han arruinado a los ciudadanos de Grecia con tal de salvar sus muy políticas posaderas? ¿Sería lo suyo señalar la creciente tensión que exterioriza ya el muy mediático líder de la “franquicia” española de Syriza al ver las inexistentes barbas de su vecino pelar mientras pone a remojar su apéndice capilar?

Qué pereza. Maldito calor. Hay que seguir.

¿Sería mejor centrarme más en lo balear y tratar de poner el acento en la impuestofilia propuesta como actuación estrella para el turismo que promueve el casitripartito que nos gobierna y que, según ellos, será el Bálsamo de Fierabrás que curará todos los males del motor de nuestra economía? ¿O a lo mejor espera el lector que analice la terrazafobia que esgrime el tripartito –este de pleno derecho- que gobierna Palma de Mallorca y que sorprende a paseantes y comerciantes por su inoportunidad? ¿Vale lo de “recuperemos las calles” leído en algún tuit de asalariado público estos días como argumento para despejar las calles a golpe de ordenanza?  No sé, no sé.

Soy incapaz de decidir. Ya lo dije al inicio de este párrafo.  El calor me bloquea y me obliga a abandonar el ordenador, con la sensación del deber incumplido, para dirigirme al encuentro de la playa más cercana.  Total, con un poco de suerte, mi editor ni leerá este artículo. Y así, a ojo, hay suficientes letras juntas como para hacer ver que he escrito algo. A ver si cuela.

Maldita ola de calor.  Desvarío.

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