Se ha ido Mateu Alemany. Adiós. Ha hecho un buen negocio, se ha quitado un peso de encima y ha dejado al Mallorca, otra vez, en el terreno de las incógnitas. Curiosamente, tardará mucho tiempo en que Grande y Alemany dejen de ser referencias históricas de los momentos más brillantes del club, pero también de los más convulsos. El relato real y minucioso del paso de estos dos personajes y adláteres por la propiedad y dirección del Mallorca, probablemente sería un documento apasionante, un best seller que trascendería el mundo del fútbol de despacho, con posibilidad de enmarcarlo en el mundo de la ingeniería mercantil y financiera. Ahí va un título: Usos, costumbres y oportunidades en una sociedad anónima deportiva. Bueno, pues ahora Serra Ferrer tiene la responsabilidad de asumir la referencia prácticamente total de los interiores del club y actuar en consecuencia. Como accionista mayoritario, hechuras de director general y perito en plantillas y vestuarios, tiene el perfil para poder cambiar radicalmente la dinámica de este equipo. No ha sido así en su primer año, pero una temporada con tanta responsabilidad se supone que le ha dado experiencia para saber que administrar ruina no tiene recorrido, que un equipo competitivo cuesta mucho dinero, que un compromiso como este exige sacrificio, que hay que apechugar con un proyecto a medio plazo. Si el club sigue en venta es que, o no hay un euro, o no hay quien apueste por el futuro del Mallorca. Si Serra ha comprado es que cree. Ya es referencia para la historia, pero lo tiene todo por construir.





