Qué temporada tan rara. Qué manera de complicarse la vida. Qué manera se sufrir, que diría Sabina del Atlético. Aquí también se padece. Y eso que nadie se explica cómo se ha llegado hasta el último minuto con la sangre al cuello si este equipo ha tenido una clasificación cómoda en todo el campeonato. La situación del Mallorca debe ser estudiada en una clase de combinatoria por aquello de las variaciones, mezclas, permutaciones y cálculos de porcentajes que se han dado en la última semana. Debe de ser también alguna mala influencia astral o el conjuro de algún malasombra, pero nadie se explica que este equipo necesite un empate, incluso una victoria, para permanecer en Primera. Como las cosas están así, ya no valen ni reproches ni elogios, que ahora lo que se impone es el apoyo total. Ni el Barça ni el Real Madrid han llenado Son Moix. Lo ha llenado el miedo a bajar. Pues conviene liberarse del miedo con golpes de fuerza al equipo para que vuele. Traspasarle el miedo escénico al Atlético, que tiene muy poco que perder y casi nada que ganar. Nadie cree que el Mallorca pueda bajar, pero ya no valen creencias. Ahora se impone el clamor porque hay que conquistar la permanencia. Estas cosas no se pueden dejar en manos de terceros.
