Mejor que en la entrega de despachos en Marín, dónde va parar. A lo mejor es por el inquietante influjo que ejerce el tono asalmonado de su vestido de gasa, quizá por su melena, o puede que sea el contraste de lo femenino, la mujer de rojo, entre políticos de traje gris. Atrae Letizia. Ahora vamos a saber lo que hace la fundación altruista dedicada a la terapia ocupacional de discapacitados. Los discapacitados con la asignatura siempre suspensa de todos los gobiernos en todas las convocatorias. También de los empresarios y de lo sindicatos. Pero la Princesa de Asturias, como su suegra, está ahí, en los lugares donde más se le necesita. Y no es extraño que primera aparición pública en Mallorca, aún estando de vacaciones, sea un gesto para los discapacitados. Letizia nos gana. Dicen las malas lenguas que a Letizia no le hace mucha gracia pasar todos sus días libres de protocolo en Marivent. Se le atribuye la frase triste ¿“Es que esto son vacaciones”?, presuntamente dicha el verano pasado, o el anterior, que tuvo que ir hasta de observadora de regatas, cuando parece que no le gustan lo deportes náuticos, que tuvo demasiados actos oficiales y semioficiales. Está en su perfecto derecho a no coincidir en gustos deportivos con el Príncipe ni con su suegro. Letizia es atractiva en su independencia. Bueno, que es la foto ese tópico de soplo de aire fresco en el panorama gris de lo institucional. Que le sienta muy bien el salmón, que sigue superando pruebas de buen gusto, que tapa las bocas que se desataron por la chupa beige entre marinos de uniforme blanco. Y probablemente ha exigido o aconsejado que en actos semioficiales de verano y en Mallorca, nada de la tiranía absurda de las corbatas. Otro palo al rancio de José Bono, el guardador de la esencias del vestido en el Congreso. Letizia, sigue así.
