El jueves de la semana pasada, antes de publicar la noticia de que el flamante número seis de la candidatura de Francina Armengol al Parlament, era padre de una niña por gestación subrogada, hablé con el doctor Oriol Lafau.
El coordinador autonómico de Salud Mental llevaba 24 horas sintiéndose juzgado y condenado por los mismos que le habían propuesto ir con ellos a las elecciones autonómicas. Aquellos, que conocían perfectamente sus circunstancias familiares y, hasta el momento, no les había importado, se habían convertido de repente, en sus enemigos y le lanzaban críticas lacerantes.
Lafau temía que en cualquier momento le iba a llamar un periodista para hacerle la invasiva pregunta con la que confirmar que un candidato en una papeleta electoral del PSIB-PSOE, había recurrido a un método que ahora ellos definían como "violencia y explotación contra la mujer". Asustado, me confesó que estaba en shock, que estaba sufriendo muchísimo por aquella situación auténticamente injusta. Reconoció no poder apenas ni hablar y me dijo que, para él, su hija era lo primero.
Corroborada la noticia, la publicamos. Era nuestra obligación, pero haciéndolo, le causamos dolor, algo que lamento profundamente. Pero el origen de su sufrimiento no fuimos nosotros, sino las declaraciones absolutamente crueles y descarnadas del PSOE y, en especial, de Mercedes Garrido, número cinco de la candidatura socialista, justo en el puesto anterior al del propio Oriol.
Hasta qué punto pudo molestar a los socialistas que un independiente casi desconocido, que no pertenecía a la secta de los iluminados con trienios de antigüedad, escalase hasta el sexto puesto de la candidatura, con un escaño en el Parlament garantizado. Sólo por eso, cuando encontraron con qué triturarle públicamente, lo hicieron, obligándole a renunciar. Justamente eso es lo que hizo Mercedes Garrido, aunque bien pudieron hacerlo muchos otros. Así es la política.
¿Armengol no sabía que Lafau era padre por gestación subrogada cuando le pidió que fuera en su lista? Cuesta creerlo. Lo más probable es que lo supiera y no le dio importancia, pero no movió un dedo para mantenerlo en la candidatura ni le defendió. Es más, dijo que entendía su renuncia porque no quería ser utilizado como arma de la peor política, cuando ya lo había sido, pero no como arma, sino como víctima. A Lafau se lo cargaron los socialistas, nadie más.
Por eso, quiero pedirte públicamente perdón, Oriol. Tras la noticia, te viste obligado a presentar tu renuncia, y eso te causó dolor. Hubiese preferido no ser yo quien diese la noticia, aunque también pienso que ver la noticia publicada fue una liberación, porque oyendo sus declaraciones, ¿cómo puede uno ir en sus listas?
Nadie merece lo que le ha sucedido a Lafau y menos aún que se haya pasado página con esta velocidad. Fíjense, en apenas tres semanas los socialistas han soltado lastre obligando a dos personas a apartarse: Pep Alcover y Oriol Lafau. Apuesto a que nos serán los últimos.





