Conviene recordar que Maheta Molango no es menos mercenario que cualquiera de los futbolistas que ya le han descubierto, igual que la afición del Mallorca. Ni una mala palabra, ni una buena acción, (la famosa y repetida frase de José María García) define a la perfección la personalidad del consejero delegado a sueldo que imparte lecciones de mallorquinismo nómina en mano. Pero atreverse a calificar a Saúl García, presunto refuerzo para competir no menos presuntamente con Oriol, de uno de los laterales zurdos de segunda división con más proyección, roza el esperpento y desde luego el jugador no tiene la culpa, pero veamos.
Forjado en los juveniles del Racing de Santander, fue traspasado al Deportivo en la temporada 2014-15 iniciando un periplo de tres cesiones consecutivas: primero al Tenerife en enero del 2016, donde jugó una veintena de partidos, circunstancia que llamó la atención de la dirección deportiva del Girona que, había perdido a Clerc, cedido a su vez por el Espanyol y hoy en las filas de Osasuna. En el equipo catalán ha intervenido solamente en seis de los diecinueve partidos de liga disputados hasta la fecha y eso que la zaga gerundense no es de las menos vulnerables de la categoría. No se puede afirmar con tanta ligereza que la trayectoria del cántabro es ascendente. Termina cada año en un equipo en apuros y poco cualificado para el ascenso. El tiempo dirá.
Es muy joven, veintidós años, lo que constituye su principal ventaja. Una edad parecida a la de Damiá o Brandon, 21 y Alberto López (21) y Pleguezuelo(19) a los que no se ha dedicado tan irresponsable vaticinio. Todos tienen tiempo por delante, si; pero el Mallorca, no.






