El posible nombramiento de Bel Busquets, como vicepresidenta del govern, alarma al sector sanitario. Una riada de ansiedad anticipatoria lo recorre en todos los niveles y sectores asistenciales.
La crispación de la portavoz de MES, abroncando y afrentando en los medios, a la consejera de Salut, Patricia Gómez y al Director General del Ib Salut Juli Fuster, está muy reciente. La causa que encolerizó a la portavoz radical fue la presentación de un texto consensuado y progresista en la aplicación de la exigencia del catalán en sanidad. Un texto equilibrado en el que profesionalidad y signos de identidad iban de la mano. Un articulado que generaba confianza y respetuoso con el clima y la realidad laboral.
Está claro que las versiones normativas que facilitan la asistencia a pacientes y profesionales no caben en la cerrazón de las posturas radicales. La aplicación sensata de normas no está entre sus prioridades. Hubiera sido suficiente la aplicación de la legislación lingüistica vigente en el País Vasco o en Cataluña para rebajar la tensión en los centros sanitarios. Pero no, han preferido la huida hacia adelante enfrascados en imposiciones políticas minoritarias que envilecen de forma innecesaria la convivencia profesional. Se inclinan por políticas lingüísticas agresivas que discriminan a los profesionales en el acceso a la función pública.
El perfil de la vicepresidencia del govern de todos los ciudadanos baleares debe ser conciliador, abierto y cercano. Seguro que en las bases de MES se pueden encontrar afiliados sensatos, flexibles y con altura de miras, dispuestos a representarnos dignamente a todos, sin exclusiones. Incluso, capaces de llegar al final de legislatura sin verse obligados a dimitir. Seguro que sí.





