La juventud pasa de todo. El tópico parece que es ya una realidad a tenor de la última encuesta publicada que dice que casi la mitad de los jóvenes de entre 15 y 24 años no tienen ilusión por (casi) nada, ven su futuro con pesimismo, independientemente de que se supere la crisis o no, y creen que no merece la pena esforzarse porque no van a conseguir lo que desean. ¡Menudo panorama! El futuro aún está por escribir y en buena parte está en sus manos, sin embargo los jóvenes prefieren tirar la toalla antes de luchar, olvidarse de sus sueños e ilusiones y resignarse a vivir lo que les toque. También pasan de la política porque dicen que quienes la ejercen solo se preocupan por sus propios intereses y no por las ideas y preocupaciones de la juventud. La verdad es que razón no les falta para criticar a estos políticos nuestros carentes de ideas y hacedores de falsas promesas. Ahora bien, que la mayoría de ellos afirme que la política no les afecta en su vida privada es realmente preocupante. La política influye demasiado en nuestro día a día como para simplemente ignorarla. "El coste de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del zapato y de los remedios dependen de decisiones políticas", decía Bertolt Brecht y es cierto. Lo que no puede pretender esta nueva generación es vivir al margen de ello, en una realidad paralela. Tienen que mojarse.





