La oleada de pateras vivida en Baleares los últimos días se ha saldado, de momento, con la llegada de unos 250 migrantes procedentes del norte de África. Nunca antes hasta ahora se habían contabilizado datos de esta magnitud, desde que hace ya más de diez años las Islas empezasen a aparecer en las rutas de inmigración ilegal en este lado del Mediterráneo. El dato de llegadas de esta semana es histórico, como así lo reconoció la propia delegada del Gobierno en Baleares, Aina Calvo.
Más allá de las causas -y de los curiosos flujos que, a veces incrementan la llegada de migrantes y otras, se cierran, según el interés puntual de las mafias que explotan el fenómeno- la arribada de estas embarcaciones con decenas de personas a un territorio como el balear tiene unas consecuencias que deben ser tenidas en cuenta por parte de las administraciones. Es cierto que Baleares no es el destino final de las personas que huyen de sus países intentando llegar a la Península o, en la mayoría de casos, a otros países europeos. Pero, en cualquier caso, el fenómeno es creciente y afecta sobremanera a las poco adecuadas infraestructuras baleares.
Las ONGs que atienden a los migrantes, como es el caso de Cruz Roja, se confiesan sin medios. Al igual que los policías. El propio ejército tuvo que acelerar la instalación de una carpa en el Puerto de Palma para acoger a más de dos centenares de personas en una operación de urgencia puesta en marcha por la Comandancia de Baleares en cuestión de horas.
Los sindicatos policiales reclaman medios y protocolos que sirvan para hacer frente a situaciones como la vivida estos días en las Islas. Es urgente disponer de un centro de acogida único que permita el aislamiento de los migrantes, al menos hasta conocer los resultados de las pruebas PCR que se realizan a los detenidos, o son tramitados sus traslados a la Península y las correspondientes órdenes de expulsión.
Impulsado por las ansias de prosperar de personas que buscan una vida mejor fuera de su país y alentado por organizaciones criminales que explotan esa búsqueda de la felicidad, el fenómeno no va a parar. De lo que se trata es de que los profesionales y las organizaciones de Baleares que viven la situación en primera línea, y que se encuentran desbordados, tengan medios a su alcance puestos a disposición por parte de las administraciones.