La respuesta a la existencia de pederastia en el seno de la Iglesia Católica ha sido diferente según el País del que estemos hablando.
Básicamente ha habido dos actitudes frente a esta plaga de delincuentes incrustados en la institución, la reacción del episcopado francés que encargó a una comisión independiente la realización de un informe sobre la situación del tema en su propio seno llamado “Informe de la Comisión Sauvé sobre abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica francesa”, repito la comisión fue creada por iniciativa de la Iglesia católica francesa. Y la reacción de la Conferencia Episcopal Española que ha sido la de esconder, minimizar y negar el problema de forma despreciable.
Entre los ejemplos a destacar sobre la actitud mayoritaria del episcopado español me referiré solamente a dos casos que sobresalen sobre los demás.
El primero de ellos es el referido al obispo de Tenerife, Bernardo Alvarez Afonso, quien el pasado mes de enero comparó a las personas que mantienen relaciones sexuales con personas de su mismo sexo de manera voluntaria con aquellas que pierden el control de sus acciones por culpa del alcohol, tras ser preguntado si la homosexualidad era un pecado mortal. El mensaje homófobo del obispo fue “A pesar de que saben que está mal, lo hacen, sin ser condicionados por nada. Es como la persona que bebe y cuando bebe hace cualquier disparate. Claro, lo que tiene que hacer es no beber”, en cuanto a la homosexualidad en general opinó que a la gente "le atrae la novedad, una forma de sexualidad distinta” y puntualizó que “no hay que confundir la homosexualidad como necesidad existencial de una persona, con la que es practicada como vicio”. ¡Un verdadero experto en la materia!
Hace casi un año, cuando la vacunación para la Covid-19 acababa de dar los primeros pasos, y los primeros vacunados iban siendo pinchados en función de su edad, hubo algunos “listos” que se colaron en la lista para ponerse la vacuna. Personas sin ética, sin vergüenza que quisieron inmunizarse antes de tiempo, sin respetar la cola. Uno de ellos fue el obispo que ahora compara al colectivo LGTBI con los borrachos.
Pues bien este menda, verdadero engendro del demonio vestido de obispo fue el que en octubre del año 2007 declaró que consideraba que hay menores de edad que “consienten” mantener relaciones sexuales y que “incluso, si te descuidas, te provocan”.
El segundo ejemplo hace referencia al propio y actual presidente de la Conferencia Episcopal Española, arzobispo de Barcelona y que para más inri es cardenal, Juan José Omella, criticó el pasado mes de octubre a los medios de comunicación porque, a su juicio, “incitan a un sexo libre” que “no ayuda” a combatir los abusos sexuales a menores, en forma de reflexión: “Cuando yo veo la televisión y los medios de comunicación que a veces incitan a un sexo libre... Ya podemos nosotros trabajar pero si el ambiente es este.... En los medios van entrando unos valores en contra del respeto al otro y de una sexualidad humanizada, y no nos ayuda”.
¿Qué tendrá que ver el sexo libre con abusar de niños?, que me lo expliquen que no lo pillo. Como siempre la culpa es de otros para esta gentuza.
Es increíble el nivel de cinismo que exhibe el impresentable este. En la España franquista, los medios de comunicación eran lo que eran y sin embargo miles de curas abusaban de los niños, ¡no culpe al mensajero, las manzanas podridas estaban y están todas en su cesto! (ese símil que tanto les gustaba usar en las aulas de sus colegios).
Si, de verdad existe el Infierno, los mendas como Juan José Omella, el obispo de Tenerife o el propio Rouco Varela tienen todos ellos billete de primera clase reservado.¿Capisci?