La crisis declarada en Podem Illes Balears tras la drástica medida adoptada por la dirección nacional de la formación, a propuesta de la dirección autonómica, de suspender cautelarmente de militancia a la actual presidenta del Parlament, Xelo Huertas, a la diputada Montse Seijas y al miembro del consejo ciudadano del partido, Daniel Bachiller, lejos de apaciguarse se agrava por momentos.
Las dos diputadas expedientadas son conscientes de que no gozan del favor de los líderes regionales del partido, Alberto Jarabo y Laura Camargo. Y son sabedoras también de que la visita ayer a Palma del presidente del Comité de Garantías para anunciar la medida cautelar, junto al pronunciamiento de cargos nacionales de Podemos como Echenique y ayer tarde de Irene Montero, las coloca en una situación complicadísima. Si no fueran a ser severamente sancionadas, todo se hubiera llevado de otra forma más discreta. Quizás porque saben lo mal que lo tienen, están siendo muy duras a la hora de hacer declaraciones a los medios, hasta el punto de que Alberto Jarabo les recomendó prudencia y Huertas le respondió por Twitter que justamente es lo que él no ha tenido.
Además y para acabar de tensionar la situación, las dos diputadas acusadas de presunta corrupción por su propio partido, votaron ayer en el pleno del Parlament en sentido contrario a los diputados de Podem, alineándose con el Partido Popular en lo que ha de interpretarse un desafío en toda regla, anunciado poco antes cuando ambas afirmaron que a partir de ahora votarían en conciencia. A efectos prácticos, el grupo parlamentario de Podem pasa de tener 10 diputados a tener 8.
Podemos está demostrando tener importantes problemas internos en multitud de lugares a lo largo de todo el Estado. Al ser una formación política muy joven y apenas sin experiencia, está siendo bastante torpe a la hora de gestionar su funcionamiento interno y los conflictos se multiplican, muchas veces con enfrentamientos públicos a través de las redes sociales, incrementando aún más la sensación ser una jaula de grillos. Quizás lo peor de todo sea que sus integrantes carecen de lo que se denomina "cultura de partido", algo que para ellos es motivo de orgullo pero que hace que muchas veces sus militantes y dirigentes miren más por ellos mismos que por la organización y no tengan en cuenta lo que conviene hacer por el bien del partido, no calculando las consecuencias futuras de sus actos porque solo importa el aquí y el ahora. Además, la rebeldía y la discrepancia sonora motivo de satisfacción. Esta falta de experiencia y la juventud están pasando factura y en Balears Podem parece caer en barrena, fuera de control, algo que acaba dañando a toda la estructura institucional e indirectamente a sus socios del acuerdo de gobernabilidad.
