Políticos y rameras

Entre tanto discurso electoralista repetitivo, previsible y demagógico se agradece que alguien salga con alguna propuesta digna de debatir.

Albert Rivera, consciente de que tiene la gran oportunidad de captar el voto descontento del PP -que de ninguna manera podría ir a Podemos- y de que el ciudadano ya empieza a estar cansado de que desde el partido que lidera Pablo Iglesias no se salga del discurso contra la casta, ha lanzado la propuesta de legalizar la prostitución.

Enseguida ha recibido contestación por parte de PP, PSOE e IU quienes se han manifestado en contra argumentando que la prostitución es un hecho degradante para la mujer. Me parece una reacción injusta en cuanto Ciutadans ha dejado claro que la prostitución a legalizar es aquella que se ejerce de manera voluntaria, y no aquella que es fruto de un tráfico de personas.

En todo caso ante aquellos que basan su negativa en una posición moral, me pregunto si aplican el mismo baremo en todas sus decisiones. Me explico con preguntas. ¿Es menos moral la prostitución voluntaria que maltratar a un animal hasta que muere? ¿Es peor ganarse la vida con el propio cuerpo que aguantar jornadas de 10 horas durante 7 días a la semana por 700 euros? ¿Pueden hablar de ética políticos pertenecientes a partidos que se financian ilegalmente? ¿No es hipócrita estar en contra de la prostitución pero luego incluirla como actividad económica en el cálculo del PIB? ¿No es preferible, teniendo en cuenta que las prostitutas son usuarias de los servicios públicos, que coticen? ¿Seguro que ninguno de los parlamentarios que votarían en contra de legalizar la prostitución nunca han hecho uso de ella?

Toda esta historia me recuerda a la falsificación de conciencia de esos que se manifestaron en contra del matrimonio homosexual aún siendo homosexuales ellos, o en contra del derecho al aborto teniendo hijas que han interrumpido su embarazo.

Alomejor, es que algunos tienen miedo de que, en caso de legalizar la prostitución, las facturas de las hetairas les dejen a ellos como unos “puteros”. Tienen la solución fácil: que la contabilidad sea por módulos. Ya se sabe, declarar el IVA es una obligación, pero deducirlo sólo un derecho.

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