He aquí la frase más común y negativa con la que se intenta animar a los muchos pacientes deprimidos. Como si las palabras fueran mágicas. Como si apelando a la voluntad la depresión dejara de existir.
Se dice con buena intención (bueno, no siempre) pero el efecto es demoledor sobre la persona que sufre y padece esta enfermedad tan frecuente, tan discapacitante y tan invalidante. Los hunde en la miseria.
¿Como la interpretan los pacientes la famosa frasecita? ¿Que significado le dan?. La mayor parte de los pacientes se sienten culpabilizados, ya saben que la depresión genera mas culpa irracional y mortificante que la Danone yogures. El dialogo interno de un enfermo depresivo (y hay mas de 6 millones en España) es muy negativo. Se trae el pasado al presente a través de una selección automática de los recuerdos mas tristes, desgraciados, traumáticos y autodevaluadores que ha habido a lo largo de su biografía.
El presente se vive y se piensa desde una negatividad que impregna todos los minutos del día. El tiempo se hace eterno, se ralentiza, solo se desea que venga la noche (se mejora un poco) y que uno pueda dormir sin despertarse. Para no pensar. El sufrimiento se multiplica cuando uno no se duerme o bien se despierta cada dos o tres horas o bien se despierta a las cuatro y no puede volver a dormirse.
Si además de tristeza y de una profunda pena también esta presente la ansiedad y la angustia, la experiencia desborda el límite de la resiliencia que los seres humanos tenemos. Estos agujeros negros del alma y del cerebro engullen a algunos pacientes que toman decisiones trágicas e irreversibles.
Por otra parte la autoestima, ya muy deteriorada y con muletas en los enfermos depresivos, es altamente sensible y vulnerable al recurrente “pon de tu voluntad”. El enfermo, ante la imposibilidad y la impotencia de no poder hacerlo, siente rabia, que habitualmente no externaliza y se siente muy incomprendido por sus familiares. Muchos piensan “como si no lo hubiera intentado antes”, otros “me pasa esto porque soy débil”, otros “que sabrán estos sino no lo habéis pasado”. Algunos se sienten impostores o no dignos de recibir ayuda.
La depresión conlleva más dependencia y más vulnerabilidad. Pero no hay que confundir el estar con el ser. Todos estamos predepresivos. No hay inmunidad ante la depresión. Solo los ignorantes y estúpidos (que hay mas de lo deseable) piensan que ellos nunca tendrán una depresión.
Una de las cosas que más me indigna como psiquiatra (llevo más de 27 años) son la retahíla de “gilipolleces” que dicen los que nunca han padecido una depresión y los que hablan sin tener ni repajolera idea. Ya saben ustedes que la ignorancia es muy atrevida y muchas veces crea muchos malentendidos que sobrecargan e intoxican emocionalmente muchos vínculos interpersonales significativos.
La depresión es multidimensional: afecta al paciente, a la familia y también tiene repercusiones psicosociales muy importantes. “yo vull pero no puc”. No es un problema de voluntad ya que está muy anulada por el ánimo depresivo. El cerebro es como la tarjeta VISA “tiene un límite”. A veces entra en números rojos. Hay que pedir ayuda. Hay que descansar. Hay que eliminar estresores. Hay que caminar una hora diaria y hay que buscar ayuda especializada. Nunca pedir perdón por padecerla. La familia es clave en el acompañamiento del enfermo que está en depresión. Siempre hay que dar esperanza: usted esta mal pero volverá a estar bien. Y nunca olviden: aquí y ahora que estamos en derrota pero nunca en doma.