Agradecería a los amables lectores, a los amigos que aún me quedan, que me digan dónde puedo esconderme unos días de forma que nadie a mi alrededor me hable de crisis económica, de recortes, de paro o de déficit. Estoy cansado de escuchar quejas, temores, angustias derivadas de esta tragedia que me está llegando a mi círculo más cercano. Veo que ahora, cuando gobierna el PP, el tema sigue siendo una constante en nuestras conversaciones, como lo era cuando Antich estaba en el poder. Este asunto habíamos intentado ocultarlo y enterrarlo. Creo que era Zapatero que dijo que cuanto más hablamos de que estamos saliendo antes nos recuperaremos. Convencido de su verdad, yo mismo le contaba a todo el mundo que había visto brotes verdes, que mi banco iba fenomenal, que el Plan E iba a acabar con la crisis, pero tampoco sirvió para nada. Ustedes verán: cuatro años después de empezar a darle vueltas a esto, estoy cansado. No soporto más que hasta en el ascensor de casa, en lugar de hablarme del tiempo, ahora los vecinos, tras carraspear, también me pregunten si me afectarán los recortes, si me echarán del Instituto, si soy interino. Claro que soy interino. Espero estar por aquí de paso. No mucho más de cien años. Un verdadero interinaje. Pero mientras, no quisiera hablar todo el tiempo de la crisis. Hasta se me ha olvidado el cambio climático.





