Hubo una vez un tiempo en que las predicciones meteorológicas no eran tan fiables como sin duda lo son normalmente ahora. En aquella época, sentíamos siempre una cierta incertidumbre cuando los hombres y las mujeres del tiempo nos decían, a través de la pequeña pantalla, que iba a hacer sol, o que tendríamos muchísimo viento, o que llovería sin parar durante varios días seguidos.
Un tema recurrente de conversación era entonces el de debatir sobre los niveles de acierto o no de las predicciones meteorológicas, y solía haber coincidencia en que esos niveles habitualmente no eran muy elevados, sobre todo durante el otoño y la primavera. Pero eso era sobre todo antes. Ahora, en cambio, si nos dicen en la televisión que mañana va a llover, llueve, y si nos dicen que hará sol, hace sol, y si nos dicen que tendremos un día raro, pues tenemos un día raro, si bien por una cosa o por otra, no directamente relacionada con el tiempo, casi todos los días acaban siendo hoy ya más o menos raros, aunque por supuesto puedan ser también fascinantes y maravillosos.
A veces pienso que los actuales hombres y mujeres del tiempo podrían predecir, incluso, la hora exacta a partir de la cual va a empezar a llover o el minuto justo en que dejará de hacerlo, así como los litros por metro cuadrado que caerán en cada municipio y, si me apuran, hasta en nuestra propia barriada o incluso en un tramo de nuestra propia calle. Por no hablar de que quizás podrían avanzar también los kilómetros exactos de las rachas de viento o el porcentaje preciso al referirse a los niveles de humedad.
En ocasiones, creo sinceramente que los hombres y las mujeres del tiempo de la actualidad se contienen un poco a la hora de hacer sus predicciones, para no apabullarnos, y por ello de vez en cuando prefieren hablarnos de otras cosas o mostrarnos, por ejemplo, las hermosas fotografías que les remiten los televidentes, ya sean de un amanecer rojizo y sereno, de un espectacular rayo en una ciudad sumida en una tormenta o de un paisaje silencioso y nevado.
En cierta forma, hoy es mucho más fácil poder predecir el tiempo meteorológico a corto plazo que el desarrollo de nuestras propias existencias a dos o tres días vista. Y ello a pesar de que en nuestras vidas hay también esencialmente, como en la atmósfera terrestre, altas presiones, bajas presiones, perturbaciones, lluvias, nieblas, situaciones estables, olas de aire frío o calores de tipo tropical.
