Tan cercanos a las fechas de las fiestas navideñas recibí la otra tarde una llamada de mi tía Prudencia, la del pueblo. La señora después de desearme buenaventuras para esta Navidad y año nuevo me comentó que andaba preocupada por las decisiones que estaba tomando el gobierno de Pedro Sánchez con la educación.
Mi tía Prudencia no fue a la Universidad. Ella sólo llegó a completar sus estudios primarios. A pesar de esto, sí ha sido una señora muy documentada e interesada por la actualidad de nuestro país. A los pocos minutos de conversación me preguntó si el Sr. Sánchez estaba prevaricando con la educación. Yo me quedé perplejo ante tal reflexión y no me quedó más que acudir al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española para confirmar que mis conocimientos sobre ese concepto eran ciertos: “Delito consistente en que una autoridad, un juez o un funcionario dicte a sabiendas una resolución injusta”. Per se, la propuesta de modificación de la Ley ya es injusta porque, como ya he escrito en alguna que otra ocasión, la nueva propuesta no contempla ninguna medida que nos ayude a mejorar aspectos en los que nuestro sistema, a día de hoy, sigue fallando.
Volviendo al concepto de prevaricación, yo conocía el significado de la palabra. Pero no entendía la asociación que hacía mi tía Prudencia. Después de releerlo un par de veces, lo entendí todo. Claro, dictar esa reforma de la ley educativa es injusta para la sociedad española. Eso es lo que pensó mi tía al escuchar por los medios de comunicación que el Gobierno de España presentaría en el Congreso de los Diputados, para su tramitación, la modificación de la Ley Orgánica de Educación sin haber sido consensuada. Es decir, presentarla con nocturnidad, alevosía y ensañamiento; agravantes éstos del hipotético delito según mi tía.
Pero es que, además, el gobierno de Sánchez pretende registrar en el Congreso la norma sin antes haberla pasado por el Consejo Escolar del Estado. Precisamente esto es lo que tampoco entendía mi tía Prudencia y seguro que tampoco entienden muchos españoles. Pero la explicación es sencilla: El Consejo Escolar del Estado ha recomendado al Gobierno fijar un mínimo de enseñanza en castellano para todo el territorio español. Y como esto no le gusta a Pedro Sánchez porque tiene que contentara quienes le sustentan, hace lo que quiere y se salta al máximo órgano consultivo en materia educativa como si de una gaonera se tratase. Y aquí no pasa nada.
Y lo que tampoco entiende la Sra.Prudencia y muchos españoles es que no pase nada y nadie en el PP diga nada; porque si rebobinamos nuestra memoria seis años atrás, en 2012, recordaremos que al PP se le tachó de antidemocrático por presentar la LOMCE, con mayoría absoluta del Congreso de los Diputados, sin el consenso de la sociedad y de la comunidad educativa. Y fue, precisamente, el PSOE quien lideró la frontal oposición a la vigente ley con esas consignas. Unas consignas que transfiguradas en baladíes por el gobierno del Dr. Sánchez conducirán a la etapa más oscura del ámbito educativo de nuestro país si no se da un golpe de timón. Al final creo que al Dr. Sánchez se le puede aplicar el concepto cíclico en la inteligencia: Si te pasas de listo, vuelves a ser tonto.