A quien quisiera escucharle, Albert Moragues, el conseller de Presidencia del PSOE, decía que teníamos que repensar cómo estamos haciendo las cosas porque la estructura de Baleares no iba ni para adelante ni para atrás. Es evidente que hemos hecho un ñarro, que la estructura institucional es caótica, y que no se aguanta: es cara e ineficiente y nadie, de ningún partido, se atreve a reordenarla porque no es fácil, dado que los consells sí son populares en Menorca e Ibiza (lo de Formentera es inenarrable). Baleares tiene un problema irresuelto de solapamiento institucional anterior a que a Rubalcaba se le ocurriera disolver las diputaciones. Pero, con motivo de este anuncio, Jaume Garau, una joven promesa del PSOE balear, escribe un artículo en la prensa que lo tiene todo, salvo la oportunidad: está demasiado cerca el tiempo en el que el PSOE gobernaba y, por lo tanto, es aún fácil recordar que hace sólo dos meses el partido de Garau hubiera podido hacer lo que predica ahora. Pero veamos qué dice bajo el título “Diputaciones, no; Consells, sí”, que ya nos apunta por dónde va. Garau nos habla de una Baleares federal. Dice que el Estatuto autonómico de Baleares de 2007 es “de espíritu federalista”. ¿Ahora en Baleares somos una federación de islas? Es como si las islas, con su identidad y su personalidad nos hubiéramos unido en una agrupación. No sé si Garau vio alguna vez a nuestros próceres debatir leyes como el Estatuto: jamás se les pasó por la cabeza tampoco el concepto de federación. El conseller socialista proclama que “la crisis económica nos forzará -al fin!- a hacer una reforma profunda”, como manda Rubalcaba, pero da un rodeo y ¡zas!, la reforma en Baleares es seguir igual. A mí no me parece un cambio muy profundo. La solución al desastre institucional balear es disolver las diputaciones en la Península, pero no hacer nada aquí. Supongo que Garau no habla en nombre de su partido, porque dice que el problema en Baleares es que las trasferencias no se hicieron rápidamente a los consells, los cuales deberían ser capaces de prestar los servicios con un coste inferior al que lo hacía el Govern. A ver ¿cómo se hace la promoción turística más barata desde el Consell que desde el Govern? ¿Bajando el salario de los funcionarios trasferidos? ¿Yendo a Berlín con los stands de los cuatro consells en lugar de uno para todo el archipiélago? ¿A ver cómo ahorramos en la promoción del turismo? ¿Y debería el Consell de Mallorca haber aceptado las competencias con menos dinero del que gastaba el Govern? Y, en ese caso ¿por qué en los últimos cuatro años su partido, que gobernaba en las dos instituciones, no hizo el traspaso de promoción turística o de agricultura del Govern al Consell? En una innovadora propuesta, añade que “ahora que se habla de eliminar las diputaciones, nosotros defendemos hacer a los consells más fuertes”. No sólo por el movimiento del 15 de mayo, sino también por la derrota electoral del PSOE, por el ambiente general, Baleares necesita un discurso político diferente, que no repita los tópicos del pasado sino que aporte algo más real, más sentido en la calle. Hablar de consells fuertes con la crisis que tenemos, hablar de mantener dos televisiones públicas en las islas hoy es inconducente desde todo punto de vista, también para su partido. La realidad confirma que agosto no es un mes para escribir. Ni para pensar. Es para descansar. En septiembre hablaremos.





