Leo que ese grupo, que no existe, inventado por dos anarquistas revolucionarios de Barcelona, llamado Arran, ha pintado en una pared, que la Diada de Mallorca, del 12 de septiembre, es una cacicada de la derecha españolista. Ellos, que no son mallorquines, son catalanes de nacimiento y de espíritu aunque algunos residen en Sa Pobla, escondidos detrás de una senyera y de un bote de pintura para intentar imponer mediante la acción agresiva contra bienes particulares una ideología radical de extrema izquierda, antisistema y anarquista. Como que yo sigo siendo un inculto ingenuo, me he estado preguntando: ¿qué es ser mallorquín? Una difícil pregunta en un día que en Catalunya celebran su Diada del 11 de septiembre. Catalunya quiere ser una nación y Mallorca ha renunciado a ser el reino que fue. A ver quién la tiene más gorda. No conozco a ningún mallorquín, y conozco a muchos, que haya ofendido a los catalanes por celebrar su Diada. Pero estos catalanes, de Arran, apoyados por mallorquines catalanizados, nos insultan desde sus palestras en medios de comunicación locales y en pasquines, pancartas y arengas nacionalistas. Y todo el mundo se calla. Es la consecuencia de una España dividida como en la República, acosada por los radicales separatistas que intentaron varios golpes de Estado antes del levantamiento de los militares en 1936. Una España que se debate entre ser democrática o radical. Qué difícil y doloroso es ser demócrata hoy en día. ¡Y qué difícil es ser mallorquín! Yo, que soy xuetó, sé que mi familia ya estaba en el Call antes de la llegada de las tropas de la corona de Aragón aquel 1229. Mis antepasados eran judíos, luego judíos conversos, odiados por los cristianos viejos que controlaban esta tierra. Fueron comerciantes y artesanos. Tenían oro, plata y joyas, y por eso, en 1391, los quisieron matar los musulmanes que se habían quedado como trabajadores de las fincas payesas que repartió Jaime I como botín de guerra entre los poderosos de la corona de Aragón, de Barcelona y de Navarra. En el siglo XV el 30% de los judíos de Mallorca murieron por la peste. La isla fue dirigida por los reyes de España, imponiendo sus leyes, como les pasó a los catalanes en 1714. Los mallorquines vieron llegar a sus puertos a cientos de barcos con comerciantes, aventureros, esclavos, ladrones y delincuentes, gente de distintas tierras, religiones, y culturas. Y sobrevivimos como mallorquines. Todo fue igual hasta que en los años 60 del siglo pasado, unos emprendedores del norte de Europa compraron los aviones americanos de trasporte de tropas y los convirtieron en aviones de transporte de los primeros turistas, y así empezó la historia de los mallorquines de hoy. Esa es nuestra historia. Musulmanes, judíos, cristianos, delincuentes, aventureros, ejércitos de ocupación, prostitutas y vendedores de drogas. Entonces, ¿quiénes somos los mallorquines de hoy?
Puede que no tengamos una respuesta concreta y fácil de asumir por los más de un millón de residentes en la isla. Hoy tenemos mallorquines afiliados a partidos políticos de carácter nacional. Uno, de carácter isleño. Ninguno pide la independencia de Mallorca, de las islas Baleares, de la nación española, de la Unión Europea. No, de Europa no, que es de donde vienen los turistas. Coño, pues ya está. Los mallorquines, somos europeos que trabajamos para europeos porque nos llenan de dinero nuestros bolsillos europeos. Así pues, ¿por qué no declaramos la Diada de Mallorca, el día 9 de mayo, que es el día de Europa? En la Unión hay calanes, nacionalistas, comunistas, separatistas, ecologistas, fascistas, de derechas y de izquierdas y hasta Partidos que rechazan y odian a la unidad política que les da el derecho a ser lo que son. Lo mismo que en España, que la Constitución permite a muchos ser contrarios a ella. Eso es democracia.
Mi admirado compañero de oficio, Matías Vallés, en una entrevista publicada en el Diario de Mallorca, me preguntaba si me había convertido en socialista al criticar el modelo turístico. Yo le contesté que yo soy mallorquín.