“Los hombres son superiores a las mujeres, a causa de las cualidades por medio de las cuales Dios ha elevado a éstos por encima de aquéllas.”
No lo digo yo, es el principio del versículo 38 del Sura IV de El Corán
La ablación del clítoris no es un tema nuevo ni ha pasado a ser un tema viejo por desgracia. Hace pocos días saltaba la noticia de una supuesta orden del jefe de la organización yihadista Estado Islámico para que en los territorios que están bajo su dominio se practique la extirpación de este órgano a todas las niñas.
Puede que, por ignorancia, no se valore en su justa medida lo que supone extirparle el clítoris a una futura mujer. Para empezar, es condenarla de por vida a tener relaciones sexuales dolorosas, a que su vida se convierta en una máquina de procrear rebajada a un nivel muy inferior que muchas hembras de animales. Como bien sabéis, el clítoris no es más que un pene que no se ha desarrollado. ¡Imaginaros que pasaría por dentro de la cabeza de los hombres si estuvieran condenados a que les cortasen su miembro viril a los 9 o 10 años!
Si produce estupor que no se consiga erradicar esta práctica en los 29 países de África y Asia donde está asentada, aún produce más escalofríos que se produzcan nuevas implantaciones a día de hoy.
La tradición no es un pretexto que lo justifique todo. La esclavitud estaba asentada en occidente hasta entrada la Edad Moderna, y no por ello hoy nos parece aceptable. Lo mismo se puede predicar de la ablación del clítoris.
Aún hoy, son demasiados los que, aplicando el principio de soberanía y un trasfondo positivista-tradicionalista, justifican una posición de omisión de la comunidad internacional en el establecimiento de medidas coercitivas o de presión ante los estados que amparan o no persiguen con suficiente dureza esta mutilación sexual.
En el ámbito de las Relaciones Internacionales, nos están dando a entender que torturar de manera sistemática a niñas indefensas no merece la misma reacción que enriquecer uranio o sabotear suministros de petróleo.
Corolario: El ser que va contra natura lo acaba pagando.