No pasa día sin que el Govern se reúna con un nuevo inversor dispuesto a regar nuestra tierra con millones y más millones. El de ayer fue un grupo danés, dispuesto a crear un parque temático en el que recrearían la insularidad (por fin, después de dar la lata con este tema sin que ni Madrid ni Bruselas se dieran por aludidos, lograr al menos un 'legoland' sobre islas no está mal). Días antes se produjo una entrevista con un inversor de Qatar para hacer un complejo en Canyamel y hubo otra iniciativa para Sa Rapita. Antes, recuerden, Sol Melià decidió reconvertir la degradada Magalluf. Ustedes verán: me parece fantástico que se produzcan estas inversiones y comprendo que en algunos casos estas tengan que ver con las facilidades que da o que promete dar el nuevo Govern. Pero ¿no es como para que los antecesores se lo hagan ver? ¿Cómo era posible que los inversores, gente que normalmente sólo busca la rentabilidad al margen de la política, de pronto encuentren el ambiente que buscan? Curioso, al menos.





