¿Qué pasó con el tiempo, querido amigo lector?, ¿Dónde quedaron aquellos años en los que los sueños nos invadían y pensábamos… “Algún día lo haré”?
Queda muy lejos mi pueblo natal, aquel pequeño puedo industrial de Pasaia, donde llovía tantos días que era incapaz de ver el sol.
¿Dónde quedó mi preciosa melena azabache, hoy convertida en un blanco dorado que inunda mi cabellera?
¿En dónde dejé mis sueños de adolescencia, que me llevaban a países perdidos, a mágicas noches de satén y a historias de amor interminables?
No consigo entender como ha pasado tan rápido, cómo sin darme cuenta he llegado hasta donde estoy.
Me he pasado la vida pensando…mañana lo haré, tengo tiempo, el año que viene…
Y una mañana me levanté y fui consciente de que me había hecho mayor y que mañana era hoy y que ya había vivido bastante más de la mitad de mi vida, en luchas y batallas que muchas no me correspondían, aunque otras sí.
Con el tiempo he aprendido a apreciar la tranquilidad que me da la estabilidad, no obstante, cuando se me olvida mi edad, vuelvo a ser aquella jovencita con sueños ilimitados y ganas de comerse el mundo.
¿De dónde sacas el tiempo para hacer todo lo que haces?, me decía hoy una clienta.
Es muy sencillo, sale de las ganas de vivir, de absorber la vida, de llenar cada instante de mi alma y de la certeza de que todavía tengo muchas cosas que decir, que hacer y que aportar a esta humanidad.
Sencillamente el tiempo se gana cuando tienes la necesidad imperiosa de ganarle la partida, cuando eres consciente de que el mundo es mucho más de lo que vemos cada día, que hay muchas maneras de vivir y de estar en el mundo.
Me siento una gran privilegiada porque he tenido una gran vida, he viajado mucho, he vivido en diversos países, he amado mucho y he conocida a tanta gente que ya comienzo a olvidar sus nombres.
¡Esta profesión de ayudadora de los demás, me ha ayudado tanto a mi misma!
Siento en cada poro de mi piel que todavía tengo muchas cosas que decir, por eso continuamente creo proyectos nuevos y disfruto de todos ellos.
Es cierto que, en este viaje, me he encontrado con todo tipo de personas y de circunstancias, pero en la guerra del tiempo, siento que todavía he de lidiar muchas batallas.
Tal vez mi vida no fue lo que soñé, ¿y la de quien lo es?, son pocas las personas que dibujan sus vidas y hacen realidad todos sus sueños, de una manera u otra la vida se ensaña con nosotros y nos marca un rumbo distinto del que imaginamos.
No obstante, lo fundamental es que, cuando nos enfrentemos a la temida guadaña, ella nos felicite y nos diga que, aprovechamos bien nuestra existencia y que nosotros sintamos que así fue.
El reloj no parará de sonar hasta que decidamos tocar la última tecla de nuestro piano, o la última cuerda de nuestro chelo.
No podemos pararlo, es bien cierto, pero si podemos decidir qué hacemos con él, con el tiempo que parece escaparse de nuestras manos.
Yo decido seguir enfrascada en proyectos interminables que ayudan a las personas a ser su mejor versión, porque de seguro, eso me llevará a sentirme más llena y plena, aquí y en el otro lado.08
Yo decido ver menos Netflix y escribir, leer y disfrutar más, eso sí depende de mí, porque no podemos controlar el tiempo, pero si podemos decidir qué hacemos con él, para sentir que le ganamos varias batallas, aunque finalmente él vaya a ganar la guerra.