Los medios celulósicos y los digitales van cargaditos del ataque de cuernos de Bauzá a costa de la popularidad del alcalde Isern.
Un observador perspicaz barruntaría una autocampaña del PP para asegurarse un chorro de votos en Palma que permitiera al partido seguir soñando con la mayoría que el boticario, su asistente de cámara y su séquito se empeñan en impedir.
Joserra, de poli malo y Mateu, de poli bueno, truco viejo como la política, no hace falta haber leído a Robert Graves.
Sin embargo, cualquier interpretación inteligente o lo suficientemente elaborada como para precisar el cociente intelectual de un primate para ser entendida debe ser descartada. Ca, aquí no hay plan maquiavélico alguno, lo que hay es un ataque de pánico de un mediocre como Bauzá frente a un Isern que tampoco es que sea Winston Churchill, pero que al menos ha demostrado el sentido común de un ciudadano dentro de la normalidad neuropática y afectiva, lo que le permite destacar varias cabezas sobre el político medio de nuestra tierra. Lo del president es puro acongojamiento a perder las riendas de un poder que en realidad nadie le ha disputado, ni siquiera Isern, por más paranoia que alimente el sanedrín bauzaniano, cuyos diagnósticos algún día se estudiarán en la facultad de psicología.
Isern sería un magnífico candidato en otro partido que no fuera el PP –de nada, por la idea-, pero en su actual formación lo tiene difícil, dada la oportunista pinza entre el astuto Rodríguez y la pléyade de iletrados que comanda Bauzá, cuyo escudero controla las riendas de la estructura a base de recordar a sus alcaldes el nombre y apellidos de todos los colocados que viven de su libre designación. Es la dictadura del panocho, salado, eso sí, pero panocho.
Bauzá no puede tragar a Isern porque cree que éste le debe algo. Como decía mi madre, que en Gloria esté, no hi ha cap escarabat que no se pensi ser rei.
La solución a este carajal es tristemente previsible. Ni Isern necesita de la política para vivir, ni ésta le aporta ningún beneficio directo o indirecto a su profesión, ni cuenta con apoyos suficientes en la estructura territorial de su partido. Blanco y en botella. La materia siempre quiebra por el lugar que menos resistencia ofrece.
Ello no quita que al alcalde le reviente tener que ceder ante enemigo tan escaso como el president y su corte de los milagros. Muchos ciudadanos, incluso aquellos que no militarían nunca en el PP le agradecerían infinitamente a Mateu Isern que no se deje, que no ceda a la tentación de enviar a esta tropa a donde se merece, aunque sólo sea por la dignidad y decencia que, muy en el fondo, aún alienta la actividad política.
En cualquier caso, me temo que la suerte ya esté echada.





