Reflexiones en el atasco

Cada mañana, sea verano, invierno, primavera u otoño, la vía de cintura de Palma está completamente saturada y, a poco que la climatología o los hados contribuyan a ello, colapsada por nimios accidentes múltiples. Ello ofrece al sufrido palmesano la magnifica oportunidad de reflexionar, durante sus obligadas detenciones, acerca de los más trascendentales asuntos que atormentan al ser humano. Uno de ellos, claro, es por qué demonios en Balears llevamos tres lustros sin diseñar nuevas infraestructuras de comunicación, cuando en ese mismo período hemos visto crecer la población de Mallorca e Ibiza en más de un cuarenta por ciento. Entre todas las islas, hemos pasado en los últimos veinte años de apenas 800.000 a casi 1.200.000 habitantes. Todo ello, sin tener en cuenta los efectos del incremento de la renta per cápita y del número de vehículos por cada unidad familiar.

Durante lo que llevamos de siglo XXI, y con la notable excepción de la autovía de Manacor, solo se ha conseguido desbloquear en Mallorca -y con sangre, sudor y lágrimas- el tramo de autopista Llucmajor-Campos, actualmente en ejecución, que tanto desgaste personal ha acarreado a la consellera Mercedes Garrido, y reemprender las obras inexplicablemente paralizadas de la mal llamada vía conectora, todavía muy lejos de constituir una alternativa plausible a la vía de cintura.

La realidad es que, con corrupción o sin ella, los últimos gobiernos que en esta comunidad han intentado dar solución a los problemas diarios de los ciudadanos en materia de movilidad fueron los de Jaume Matas en el Consolat y Maria Antònia Munar en el Consell. Desde entonces, la crisis, los complejos y la incapacidad han provocado que llevemos más de diez años de retraso con relación a las necesidades ciudadanas. Hemos conseguido desestacionalizar el turismo, un mantra que nos acompañó durante mucho tiempo y que parecía un hito inalcanzable, pero que ya tenemos aquí. Sin embargo, pretendemos que los turistas y los residentes de una Palma que camina hacia el medio millón de habitantes nos sigamos moviendo igual que hace cincuenta años.

La izquierda predica, pero no hace nada. Propone tranvías y otros medios de transporte público, pero no ha construído ni un solo tramo de raíles, ni en superficie, ni soterrados. Azotada y agrarrotada por las estúpidas e irresponsables soflamas del GOB y otros grupúsculos extremistas y turismofóbicos, que pretenden que volvamos a la economía del siglo XIX, nuestra progresía, cada vez que gobierna, retrasa otros cuatro años el reloj.

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