María Salom, que según Antonio Alemany es “una política experimentada, con una sólida formación económica, en las antípodas del ridículo star system de Armengol y Munar y con los pies firmemente pegados a la tierra” ha dicho que va a gobernar el Consell prescindiendo de la 'grasa política', en alusión a la tropa de enchufados que tenían los gobiernos anteriores. Salom acuña así un término que viene a equivaler a político inútil, inservible, que está allí porque tiene que estar pero que no aporta nada, que no sirve, que no es necesario, que reduce la agilidad y que, incluso, afea la silueta. Como la grasa, como lo accesorio, condenado a ser reducido si tuviéramos fuerza de voluntad suficiente. ¿Cuánta grasa hay en el sistema político, aparte de la que dice Salom que ha reducido?





