Las terribles imágenes del derrumbamiento de todo un edificio en la ciudad de Teruel -afortunadamente, saldado sin daños personales, aunque perder todas las pertenencias y recuerdos de una vida es, sin duda, una forma de extirpación- me evocaron la situación por la que atraviesa la política en este país.
Tras las elecciones de 28M la izquierda se ha puesto en modo evacuación, solo que, al contrario de lo que sucedía en los naufragios clásicos -mujeres y niños, primero-, aquí los que se suben a la balsa salvavidas antes que nadie son los líderes, dejando que el resto de la tropa nade hacia la orilla como pueda.
Francina Armengol es el prototipo de esta actitud miserable. Pese a que se la ha intentado comparar con otros precedentes de líderes de diferentes partidos de las Islas que han abandonado el barco autonómico para subirse a la balsa estatal a esperar tiempos mejores, lo cierto es que la inquera ni siquiera va a tomar posesión del escaño que le asignaron los votantes socialistas, a los que deja en la estacada. Porque ahora lo que cuenta es ella.
Ayer declaraba que se iba a Madrid a defender los intereses de Balears para volver en cuatro años a gobernarnos. Lo de defender nuestra comunidad en las Cortes provoca hilaridad, sin más que recordar que Francina lleva toda la legislatura genuflexa ante Pedro Sánchez, sin chistar ni rectificar una coma a su apolíneo líder, y eso que eran del mismo partido. Tampoco mejora las expectativas la experiencia de su predecesor, el tal Pons, que no ha dado un palo al agua en todos estos años. Traducido al lenguaje corriente del ciudadano de a pie, todo ello significa que lo único que busca Armengol es jubilarse viviendo de la política, sin haber pisado un empleo en su vida y sin asumir siquiera las labores de oposición que le encargaron sus electores.
Pero el caso de nuestra presidenta saliente no es el único en el PSOE. La flamante Directora General de la Guardia Civil, Mercedes González, tomó posesión en abril de este mismo año con palabras grandilocuentes sobre la "gran responsabilidad" que asumía en una institución tan importante como la Benemérita. Menos de tres meses le ha durado la "gran responsabilidad" a la que se comprometió. Ahora, su preferencia es salvar el trasero y el sueldo público yendo en listas el próximo 23J.
La relación es mucho más larga, claro. De momento, solo Montero y Echenique, que sepamos, pagarán el pato de sus torpezas.
El pánico que denotan todos estos movimientos no hace sino certificar la actitud con la que la izquierda afronta los próximos comicios. Saben que van a perder -veremos si por goleada- y, cuando las balas pasan silbando junto a tu cabeza, mejor es agacharse en la trinchera y esperar al fin de la guerra.
