Las campañas electorales son aquellos periodos en los que los políticos tratan a los ciudadanos como si fueran estúpidos. Y estos, por su parte, se dejan. Estos días empieza a vivirse un clima de campaña, donde las tonterías empiezan a sucederse una tras otra. Me niego a entrar en el juego y hacer valoraciones individuales de las estupideces que se llegan a decir la enorme mayoría de los políticos. Es un espectáculo lamentable que los fines de semana llega a su momento de más esplendor. Aquí el punto crítico está en que los ciudadanos aceptamos este juego; por el motivo que sea, no siempre muy defendible, la gente continúa acudiendo a los mítines, a las asambleas, aplaudiendo los razonamientos más deleznables, riendo las gracias menos afortunadas y, en general, alimentando un clima de confrontación impropio de una sociedad madura. En todos lados las campañas electorales son un poco menos rigurosas y equilibradas que el resto de la legislatura, pero aquí, hoy, parece que vamos a ir un poco hacia atrás y nos volveremos a sumir en el insulto, la descalificación y la 'machada' carente de la menor elegancia. Sucedió inequívocamente este fin de semana y amenaza con extenderse hasta mayo. Que no se nos pegue nada.
