Tras tomar posesión del cargo y nombrar su equipo de gobierno, la primera actividad oficial del flamante alcalde de Palma, Jaime Martínez, ha sido visitar el cuartel de Sant Ferran, sede de la Policía Municipal de la capital. La visita constituye toda una declaración de intenciones acerca de la importancia que el nuevo regidor quiere conceder a la seguridad.
Palma es una de las ciudades españolas con un mayor índice de criminalidad, a lo que se añade la inseguridad ciudadana que suponen fenómenos como la okupación de viviendas o el incivismo que producen la proliferación de grafitis o el tránsito descontrolado de patinetes o bicicletas que no cumplen con la normativa; unas circunstancias que se extienden por toda la ciudad, sin excluir el mismo centro Palma.
Pacificar la vida ciudadana y reducir la delincuencia urbana deben figurar en la columna vertebral de la nueva acción municipal. Con su visita, Martínez ha querido visualizar esta preocupación y ha aprovechado para anunciar un plan para dotar a la plantilla de la Policía Local con 300 nuevos efectivos a lo largo de la legislatura que acaba de arrancar.
Más agentes y más recursos materiales son recetas irrenunciables si se pretende garantizar la efectividad de la Policía Local en todos los barrios y ante todas las situaciones que lo requieran; en temporada turística o en temporada baja, en el extrarradio más alejado o en el los barrios del centro más concurridos. Palma deberá hacer grandes esfuerzos para recuperar unos niveles de seguridad que la alejen de los primeros puestos de criminalidad en los que ahora se sitúa, a la vez que se supera la degradación palpable que afecta a muchas zonas de la capital.