Desde el lejano año 2007, en que entró a formar parte del consistorio palmesano de la mano del PSIB.PSOE (no había nadie más preparado por ahí), José Francisco Hila Vargas ha hecho buenas las críticas que ha recibido, sobre todo desde dentro de su propio partido, sobre su poca personalidad, menor credibilidad y nula preparación para ejercer un cargo público, mucho menos para ser alcalde de la ciudad, y por ser un claro ejemplo de mediocre, sectario e incompetente. Y, sin embargo, lleva ya 15 años comiendo de la mamandurria pública.
Dos simples datos darán cuenta del nivelazo del personaje en cuestión:
Primero, en una entrevista sobre cuál era su objetivo al presentarse a la alcaldía de Palma contestó que ganar por mayoría absoluta como nunca había hecho su partido, desconociendo que su partido ganó las elecciones al Ayuntamiento de Palma por mayoría absoluta el año 1983. ¡Cero en historia de su propio partido!.
Segundo, su intento de cambiar el nombre de varias calles, acogiéndose a la Ley de Memoria Histórica, con una tesis de dudosa imparcialidad, y que provocó numerosas críticas debido a que las calles que quería cambiar tenían nombres de personajes históricos, los almirantes Churruca, Gravina y Cervera, todos ellos muertos dando la vida por España cuando faltaban más de 100 años para que el tercer mando en el escalafón de los sublevados contra la II República Española, Francisco Franco, comenzara a hacer de las suyas. Por los indicios de partidismo y juicio sesgado, se vio obligado a rectificar. ¡Cero en historia de España!.
La organización de la fiesta LGTBI+ en Palma ha desatado la guerra, de nuevo, en Podemos. La edil Sonia Vivas, cuyo mejor mérito para serlo, según la propia página web del Ayuntamiento de Palma, es ser lesbiana, acusó a su jefe de filas y concejal, Alberto Jarabo, de dar órdenes para vetar a la empresa de una amiga suya, de la concejala, para organizar la pachanga, y amenazó al cobarde alcalde con dimitir y dejar al gobierno en minoría si el Ayuntamiento no la autorizaba a hacer y deshacer a su voluntad en la fiesta.
La organizadora contratada por la tal Sonia Vivas, Ella Global Community, se permitió insultar a los mallorquines (donde aparece esta concejala, el lio, el follón, está asegurado) sin que el apocado alcalde haya hecho otra cosa que transigir con la follonera y apartar al concejal de Podemos Jarabo de la tramitación de los contratos de la fiesta del Orgullo (que rechazaba su aprobación porque la organización de los mismos iba a recaer en entidades con ánimo de lucro), y todo ello para salvar su gobierno y evitar que la edil Vivas dimita, en lugar de demostrar que manda en el Ayuntamiento y cesar de forma urgente e inmediata a la podemista follonera.
La penúltima metedura de pata del Ayuntamiento de Palma, la penúltima estupidez, ha sido avalar que en la semana LGTBI+ se haga todo el ruido que se quiera, eximiendo a los organizadores privados de cumplir los límites sonoros previstos en la ordenanza municipal reguladora de ruidos y vibraciones (justificándolo por “razones de interés general” en un barrio como Santa Catalina, castigado por la contaminación acústica). En cambio, el artículo 35 de la propia norma indica que tiene que ser por “razones de interés general o de significación ciudadana especial, eventos o competiciones deportivas, o de naturaleza análoga especial, sin ánimo de lucro”.
Siendo que la empresa que lo organiza es una entidad privada con ánimo de lucro que vive de organizar estos saraos, está más que diáfano que su única guía es la pasta boba que va a ganar por organizar el circo al que han convertido una fiesta reivindicativa.
El Pinkwashing (lavado rosa o lavado de imagen rosa) es un término que, en el contexto de los derechos LGTBIQ+, se refiere a la variedad de estrategias políticas y de marketing dirigidas a la promoción de instituciones, países, personas, productos o empresas, apelando a su condición de simpatizante LGTBIQ+, con el objetivo de ser percibidos como progresistas, modernos y tolerantes. Actividades en las que se mueven ingentes cantidades de dinero. Ella Global Community, tal cual.
Ni el alcalde mediocre y cagueta ni la concejal lesbiana conocerán nunca la decencia, ni aunque les atropelle el camión que la reparte. ¿Capisci?.




