Voy a aprovechar que estamos todavía con la resaca de Semana Santa y centraré mi reflexión semanal en la religión y su papel en la escuela. Hasta hace pocos años, la asignatura de religión había convivido a la perfección en el sistema educativo independientemente de qué partido gobernase en nuestro país. Pero, desde hace algunos años, el panorama es bien distinto.
Desde un punto de vista purista, es cierto que España es un país laico y aconfesional. Ello no quita que el catolicismo sea la religión con más culto de nuestro país. Es más, una de las cuestiones de por qué se oferta esta asignatura en el sistema educativo español es el Tratado del Vaticano firmado por España en 1979.
Pero hay otro motivo más importante y que muchas veces se escapa del alcance de muchos. El hecho de que se imparta religión católica en las escuelas no es un privilegio otorgado a la Iglesia católica; es un derecho de los padres para dar a sus hijos la formación religiosa que esté conforme a sus propias convicciones. Y esto lo dice la Constitución Española. Ahí es dónde se abre el melón de qué religión hay que enseñar si en estos momentos en España conviven múltiples cultos debido a la diversidad de la población.
Las voces opuestas a que se enseñe religión en la escuela lo hacen achacando a que ese Tratado podría ser derogado con la misma facilidad con la que se firmó. Es algo pactado voluntariamente entre dos partes y que es susceptible de ser modificado o eliminado. Cierto.
Pero no menos cierto es que enseñar religión a los alumnos no es ningún síntoma de adoctrinamiento, puesto que el alumno es libre de elegir esa asignatura u otra. Es más, en la era actual en la que se enmarca la gestión de la educación, los conceptos han pasado a otro plano. Es decir, lo importante no es lo que se enseña en la asignatura; no es un espacio en el que se pueda adoctrinar a un alumno.
Ahora, tanto en la religión como en la asignatura de Plástica, Música o Sociales, la labor del docente es conseguir que sus alumnos sean competentes en. Esto significa que el alumno finalizará la asignatura habiendo aprendido a aplicar los valores de la religión católica en su día a día.