A esta hora ya tenemos alcalde de Palma. Ignoro quién es, ya que este artículo lo escribo antes del sábado, y la verdad no me importa quién sea después del espectáculo que hemos vivido esta última semana.
Aquello que se propagaba a los cuatro vientos y que empezó con acuerdos programáticos ha saltado por los aires al llegar al punto de decidir quien ocupa las sillas.
Estrategias nacionales, personales y partidistas han dado al traste con un tripartito en el poder. Sin olvidar que lo que hay de fondo es impedir que el partido más votado gobierne aunque alguno utilice este mismo argumento para ocupar la silla.
Si se fijan los acuerdos programáticos se han ido rebajando hasta llegar a pactar una nueva ecotasa pero sin especificar cómo se desarrollará. Por no mencionar esos acuerdos que son tan generales e indeterminados que cualquiera podría suscribirlos. Acuerdos hechos con el viento, cantos de sirena que no se han concretado ni en el tiempo ni económicamente, mírese simplemente la renta básica. Ni se ponen de acuerdo en la cantidad de personas y familias que están en la pobreza más extrema. Patético.
Que desilusión deben padecer aquellos votantes de la izquierda esperanzados en ver en las sillas a un pacto de izquierdas, no progresista, palabra maldita por sus infaustos recuerdos, cohesionado y fuerte. Nos pueden gobernar los partidos que son los terceros o cuartos en números de votos apoyados, o no, por los que han quedado en segundo lugar. Esperpéntico.
No me extraña que la mitad de la ciudadanía de Baleares no fuera a votar el 24M si el espectáculo es el que estamos presenciando.
Nos esperan cuatro años que harán bueno al pasado gobierno si la cosa sigue igual. Eso sí auguro muchísimo trabajo a los periodistas que no pararan de hacernos llegar a los ciudadanos las mil y una, noches iba a decir pero no mejor peripecias, de esta nueva forma de hacer lo que ellos dicen una nueva política. Pero mientras sigue este circo los problemas de nuestra tierra siguen allí sin resolverse. Vergüenza caballeros¡¡