Sin agua no hay presente ni futuro

El conseller del Mar y del Ciclo del Agua del Govern, Juan Manuel Lafuente, lanzó una inquietante advertencia este miércoles, en una jornada organizada por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. “Vivimos rodeados de mar, pero dependemos de unos acuíferos cada vez más agotados y deteriorados”. Esta frase resume una situación preocupante que debería movilizar a la sociedad en su conjunto, tanto a la ciudadanía como a las administraciones públicas. Porque el problema del agua ya no es un riesgo del futuro, sino una urgencia presente.

Mallorca, como otras islas del Mediterráneo, sufre una presión hídrica extrema. La dependencia de acuíferos sobreexplotados y la escasez de lluvias, agravadas por el cambio climático, han puesto en jaque la sostenibilidad del modelo actual. No se trata solo de los meses de verano: el problema ya es estructural. Y las soluciones, aunque complejas, son conocidas.

En primer lugar, se requiere un compromiso firme por parte de las administraciones para invertir, sin más demora, en infraestructuras hídricas. La depuración debe alcanzar niveles óptimos, la desalación tiene que dejar de ser un recurso secundario y convertirse en parte central del sistema de abastecimiento, y la red de distribución necesita una modernización urgente para evitar pérdidas inadmisibles de agua potable.

La dependencia de acuíferos sobreexplotados y la escasez de lluvias, agravadas por el cambio climático, han puesto en jaque la sostenibilidad del modelo actual

Pero no todo depende del ámbito institucional. También es imprescindible una ciudadanía más consciente y comprometida. El agua no es un recurso ilimitado ni garantizado. Cada litro cuenta. Reducir el consumo doméstico, corregir hábitos de derroche y fomentar el uso eficiente en todos los sectores —incluido el turismo— es ya una exigencia ética y práctica.

Estamos en un punto de inflexión. Seguir ignorando esta realidad solo agravará las consecuencias. Es hora de entender que el agua no es solo una comodidad: es vida, economía y futuro.

Por ello, deben programarse las inversiones que sean necesarias para garantizar un uso óptimo del agua a través de infraestructuras modernas que permitan reutilizar el preciado recurso. Tras años de indolencia y de instalaciones obsoletas, ha llegado el momento de ponerse al día. No hay tiempo que perder

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