El voto en blanco ha vuelto a ocupar titulares, esta vez en el congreso de la Agrupación Socialista de Palma y en las elecciones a rector de la Universitat de les Illes Balears (UIB). En ambos casos, se ha presentado como un gesto de protesta. Sin embargo, más que una declaración de principios, parece una forma de lavar la conciencia sin comprometerse realmente.
Votar en blanco implica participar del proceso democrático sin respaldar ninguna de las opciones presentadas. Es un derecho legítimo y una forma válida de expresión política. Pero conviene preguntarse qué mensaje transmite ese gesto cuando no va acompañado de una alternativa ni de un discurso claro.
En el caso de la UIB, por ejemplo, Jaume Carot fue reelegido con un 53,3 % del voto ponderado, siendo el único candidato. Uno de cada doce miembros de la comunidad académica votó por él; el resto se abstuvo o votó en blanco, evidenciando un clima de desafección. Pero desafección no es sinónimo de protesta.
En el caso del PSOE de Palma, el 38 % de los delegados en el Congreso no dieron apoyo a la ejecutiva del candidato oficialista que se presentó, Iago Negueruela, pero nadie ha dado la cara.
Este tipo de protesta "con la boca pequeña" plantea una duda incómoda: ¿se trata de una exteriorización de disconformidad o simplemente se trata de distorsionar la elección sin plantear alternativa al único candidato que sí ha sido capaz de postularse?
Si hay disconformidad con una candidatura única, lo valiente sería alzar la voz, presentar una opción distinta, construir una propuesta. La crítica anónima y cobarde en redes o la desafección disfrazada de neutralidad no hacen avanzar ni aportan nada en positivo.
La crítica anónima y cobarde en redes o la desafección disfrazada de neutralidad no hacen avanzar ni aportan nada en positivo
Protestar por protestar no transforma nada. El anonimato virtual solo añade ruido y resta credibilidad a quien pretende impugnar sin construir. La democracia exige coraje: el de decir, hacer y proponer. El voto en blanco puede ser un acto democrático y como tal, digno; pero sin duda es también una coartada para no implicarse. La diferencia está en si se usa como trampolín para el cambio o como escondite.
En ambos casos, tanto en el PSOE de Palma como en la UIB, si hay una oposición real, lo adecuado es exteriorizarla con valentía, aunque no se presente una candidatura alternativa. Pero pretender capitalizar el voto en blanco, es una burda manipulación que no puede salir bien a quien la patrocina.