Soy una convencida de que vivimos en la mejor época que ha existido nunca y que las oportunidades que se dan en este siglo, en otros hubieran sido imposible.
No obstante es bien cierto, que para los que tenemos una edad que sobrepasa la mitad de nuestras vidas, hubo un tiempo que claramente fue de mayor fructificación.
Me refiero a la generación de los 80 y los 90 del siglo XX, aquellos años dorados que con ser un autónomos muy trabajador y un poco espabilado, podías llegar a tener un negocio fructífero y ganar un buen día con tu trabajo.
En aquellos años, muchos pequeños empresarios y autónomos, que sin ninguna duda trabajaban muchísimo y eran listos, consiguieron tener negocios rentables, nuestros gobernantes no nos mataban a impuestos y había tanto por hacer que trabajando duro, podías llegar a triunfar.
El otro día, hablando con un empresario a quien le ha ido muy bien en el mundo de los negocios y quien está a punto de jubilarse me decía: “si ahora me regalasen un millón de euros, no sabría en qué negocio invertirlos, ya que la inestabilidad e inseguridad del mercado es tan grande, que tendría muchas posibilidades de perder dicha inversión”.
Y con franqueza, opino igual que él, es complicado triunfar en un momento tan inestable y en el que son muchas las variantes que hay que tener en cuenta para conseguirlo .
En aquellos años, todavía alguien de clase baja o media, podía conseguir el gran sueño americano, de hecho he tenido el privilegio de trabajar con muchos de esos líderes y de ver sus estrategias empresariales y a día de hoy, gran parte de ellos, rezan para poder jubilarse dignamente y no perder todo lo que les fue tan difícil conseguir.
Por no hablar de que ahora tenemos que estar continuamente renovando nuestra formación, inventando, creando nuevos proyectos y empezando de cero, porque son pocos los sectores que tienen una clara posibilidad de ser exitosos.
Pero queridos amigos lectores, tal y como empecé este artículo, con ese talante positivo, me gustaría acabarlo.
Es cierto que la coyuntura actual, nos obliga a reinventarnos constantemente, que no nos permite bajar la guardia y que hacer dinero, tener unos pocos ahorros, es casi ficción, pero no olviden que incluso así, no estamos viviendo las atrocidades que se vivieron en la Edad Media, tenemos muchas más comodidades que en el siglo XIX y que la que suscribe este artículo lo hace desde su iPhone en un vuelo a Madrid.
Todo ello significa que hemos progresado mucho en este siglo, aunque la batalla sea más ardua que en los años 80, hemos traído prosperidad a nuestra civilización y Dios mediante, conseguiremos una vida digna que en otros siglos costaba mucho tener.
También hay que entender que una persona de 60 años de este siglo, tiene casi la misma energía que una de 40 del siglo pasado y que posiblemente también su vida se alargue hasta las 90, cuando antes era muy posible fallecer a los 70, como media en nuestro país.
Así que quedémonos con que no estamos tan mal, que posiblemente podríamos estar mucho mejor pero también mucho peor y que ver la vida con el vaso lleno, siempre es mejor que al contrario.
Démonos una oportunidad y confianza en la humanidad y no perdamos la fe en qué tal vez, sin darnos cuenta, estemos creando las bases de una vida mejor para nuestros nietos o biznietos y que ellos podrán disfrutar de los frutos de nuestros sacrificios actuales.





