Todo apunta a que la política ha vuelto a la sanidad. Lo ha hecho por la puerta grande. Por la puerta del Hospital Son Espases. Tras un excelente ejercicio, el equipo directivo actual de Son Espases lo va a dejar.
Los indicadores de actividad asistencial, de calidad y económicos no han hecho sino mejorar. Los objetivos se han cumplido y la institución, por primera vez, se parece a un hospital, a una organización eficiente. Con los medios disponibles, sin traumas y sin ruido.
El entorno de trabajo es de profesionalidad, de independencia, de libertad, de respeto y de tolerancia. Sin embargo, a nadie se le escapa la habilidad que tienen algunos grupos para elaborar, potenciar y difundir relatos de disfunción con la aquiescencia de ámbitos políticos superiores cuando sienten amenazadas sus prebendas. Porque negarlo, con cierto tufillo mafioso. Son tácticas utilizadas desde hace años que tanto sirven para consolidar a un indocumentado como para desprestigiar a un buen profesional. El actual equipo directivo ha sido una nueva víctima.
La apariencia de este relato se ha hecho creíble. Los apoyos al mismo se han forjado desde la manifiesta deslealtad de unos y con el manido “interés general” de otros. En uno y otro caso con la gallardía del anonimato. Y poco más. Aderezados por insulsos posados de algunos representantes sociales y el apoyo numantino de reputados diputados del partido que da soporte al Govern. Ayer, hoy y mañana, una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad.
Patricia ha perdido el control del Ib Salud. Ha iniciado el insustancial camino por el que discurrió Carmen Castro, la peor consejera de salud de la comunidad, hasta que fue arrastrada y atropellada por un desnortado servicio de salud.
A día de hoy, el ente proveedor ya gestiona áreas estratégicas como las competencias de planificación general y la práctica totalidad de la financiación. Les ha entregado la iniciativa de la que hasta la fecha ha sido una sensata hoja de ruta sanitaria. Modélica, mesurada, cercana, sensible y efectiva. Su proyecto se está desvirtuando. No es fácil sobrevivir a la tácita desacreditación de tus principales apoyos y renunciar a los propios recursos. La organización ha pasado a manos de los “fontaneros” de partido.
El carnaval tiene estas cosas. Permite disfrazar la vuelta de un político partidista, de la familia, camuflado bajo la frágil e indefensa estela de la renuncia voluntaria de un profesional independiente, sin que se note más de lo necesario.
En el día internacional de la mujer trabajadora, reservado a la conmemoración centenaria de la lucha de las mujeres por la igualdad, se ha hecho público el relevo de la mujer que ha dirigido durante el último año a la mayor empresa pública de baleares, sin estridencias, con muy buenos resultados; no se sabe muy bien por qué y hurtando cualquier tipo de explicación a la opinión pública. Genial, coherente y muy oportuno.
En este momento, me viene a la mente el recuerdo del magnífico editorial publicado hace unos años en la prensa local realizado por el paisano y prestigioso asesor del Banco de España y del Govern Balear, el profesor Guillem López Casasnovas, argumentando que la sanidad corre el peligro de morir por exceso de intervencionismo político.
Parece claro, todo apunta a que la política ha vuelto a la sanidad. Y obviamente no me refiero a las bondades de la política sanitaria, a la política sanitaria en mayúsculas, sino a la vulgar y rancia política partidista.
Mientras tanto los profesionales seguiremos concentrados en nuestras obligaciones atendiendo a los pacientes como mejor sabemos y sin distinciones. Arropando con nuestra labor, en este caso, al Dr. Pomar, para evitar que se cumpla el aforismo que cuando la política entra por la puerta, la gestión sale por la ventana. Buen finde amigos.





