Stop Ley Celaá

Hace dos años, en septiembre de 2018, tuve la impresión que la actual Ministra de Educación acabaría haciendo lo que ya hemos podido leer sobre el papel de la nueva Ley de Educación. En aquella fecha, Celaá arremetió contra los Directores de la Alta Inspección por unos informes técnicos elaborados sobre una cuestión técnica de aplicación de la norma educativa. Aquello fue el preámbulo de que la Alta Inspección para este gobierno era una molestia. Y hoy, conocemos la intención de suprimir este órgano para no tener contrapiés a la hora de hacer y deshacer al antojo del gobernante de turno.

Primero fue el aprobado general encubierto durante el confinamiento, después la normativización de que los alumnos pueden promocionar y titular independientemente del número de asignaturas suspendidas; después el tijeretazo a la escuela concertada; ahora, la supresión de la Alta Inspección de Educación. Sin olvidarnos del mayor de los despropósitos ocurrido en la Historia moderna: la supresión del castellano como lengua vehicular en la enseñanza pública. Y, después de todo este serial, yo me pregunto, ¿qué será lo siguiente?.

Pues creo que poco queda para empeorar más aún el escenario del sistema educativo. Si analizamos bien todas las propuestas de esta Ley, ninguna va en la dirección de la mejora del propio sistema. Con estas modificaciones, el gobierno no aporta un valor añadido encaminado a mejorar los resultados escolares de nuestros alumnos y por consiguiente de nuestro país. Lo he escrito en anteriores artículos. Esto no es lo que necesita nuestro sistema educativo.

Donde hay vida, hay esperanza. Pues en este caso, todavía hay esperanza de que esta norma no vea la luz y la tengamos que aplicar el próximo curso escolar. Esta mañana, la comisión de educación del Congreso de los Diputados se reúne para debatir las enmiendas presentadas. La tramitación de la norma está en marcha. Por el bien de los alumnos, por el bien del sistema y por el bien de nuestro país, esta norma no debería ver la luz. El Senado puede tumbarla, pero para ello necesitamos que los diferentes partidos políticos apliquen sentido común y altura de miras. Y de esto, creo que hay poco entre nuestros gobernantes.