Desde la Casa Blanca, se ha emitido una nota informativa en la que, de forma lacónica y sin ofrecer ningún otro tipo de aclaración, se comunica que el orden de cierre del consulado de China en Houston persigue el objetivo de "proteger la propiedad intelectual estadounidense y la información privada" de los ciudadanos de este país.
Esta no es la primera medida de estas características que lleva adelante Estados Unidos en los años recientes. En 2017, Washington decretó la clausura del consulado ruso en San Francisco por las divergencias surgidas en torno al número de los diplomáticos norteamericanos que operan en Moscú.
La sede consular de Houston, que el Gobierno presidido por Donald Trump pretende que haya finalizado su actividad a partir de este próximo viernes, es el primer consulado chino que se inauguró cuando ambos países decidieron, en 1979, formalizar relaciones diplomáticas. En la actualidad, las dependencias prestan servicio a unos 900.000 ciudadanos chinos residentes en el área de Texas. Además de este Consulado, China cuenta también con sedes diplomáticas en Nueva York, San Francisco, Los Ángeles y Chicago.
Tras la decisión de Estados Unidos de ordenar la interrupción de la actividad en las dependencias consulares de China en Houston, la escalada de tensión entre ambos gobiernos ha aumentado de grado. El gobierno de Pekín ha exigido a la Administración Trump que dé marcha atrás en su decisión, y ha prometido, en caso de no hacerlo, que adoptará las "medidas drásticas" que considere precisas.