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Trump cambia de jefe de campaña ante el descalabro que le auguran las encuestas
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Trump cambia de jefe de campaña ante el descalabro que le auguran las encuestas

Por Redacción
viernes 17 de julio de 2020, 18:45h

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Cuando faltan apenas cuatro meses para los comicios presidenciales en Estados Unidos, el actual inquilino de la Casa Blanca y candidato republicano a la reelección, Donald Trump, ha decidido relevar a su jefe de campaña, Brad Parscale, y situar en su lugar a Bill Stepien, quien ya trabaja intensamente en una nueva estrategia con la expectativa de relanzar la imagen del presidente, actualmente claramente por debajo de su oponente, el demócrata Joe Biden, en las encuestas.

De esta manera tan abrupta, Trump ha puesto punto y final a una relación profesional muy fecunda que, de hecho, resultó clave para su triunfo en las anteriores elecciones. El ahora caído en desgracia Brad Parscale es un diseñador de páginas web radicado en Texas a quien Trump conoció cuando, años atrás, le encargó el diseño de una página de vinos. Poco a poco, los lazos de colaboración entre ambos fueron fortaleciéndose, y aunque Parscale carecía hasta entonces de experiencia en el mundo de la política, Trump no dudó en asignarle la campaña de las presidenciales de 2016. No se equivocó. La habilidad de Parscale en el ámbito de la telecomunicación resultó clave para que su representado derrotase, contra pronóstico, a su rival demócrata, Hilary Clinton.

Sin embargo, el rumbo se torció este pasado mes de abril cuando, en plena crisis del Covid-19, el apoyo popular a Donald Trump comenzó a hacer aguas por todos lados. La gestión de la pandemia que el presidente está llevando a cabo parece tener mucho que ver en esta pérdida de expectativas electorales. La percepción del ciudadano medio estadounidense es que, bajo la dirección de Trump, los contagios andan completamente descontrolados en la mayor parte de estados, y, sin duda alguna, el candidato a la reelección figura como el principal responsable del aumento incesante de nuevas infecciones y de defunciones.

CRISIS SANITARIA Y CRISIS ECONÓMICA

A esta circunstancia se ha unido la crisis económica. Los tres primeros años de mandato de Trump se caracterizaron por la bonanza, con un crecimiento del PIB sostenido en el tiempo que parecía conceder al presidente las máximas posibilidades de renovar su mandato en la Casa Blanca. Sin embargo, el coronavirus se ha encargado de borrar de un plumazo todo este horizonte de bienestar. La economía norteamericana atraviesa uno de los peores baches de las últimas décadas, y las medidas anunciadas por Trump no acaban de dar con la tecla adecuada para remontar la situación.

No obstante, fiel a su estilo personal, Trump ha preferido echar la culpa a su jefe de campaña antes que asumir los errores propios. De hecho, al menos públicamente, el presidente ni siquiera se cree las encuestas, que le otorgan, en estos momentos, una desventaja de unos quince puntos en relación al demócrata Joe Biden. Un reciente sondeo atribuye a Biden un 52 por ciento del apoyo de los votantes. A Trump, tan solo un 37 por ciento. Aparentemente, estaríamos hablando de una distancia complicada de superar en los cuatro meses que quedan antes de la cita con las urnas, independientemente de quién sea el jefe de campaña al que el candidato republicano se encomiende.

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