Cometen un error aquellos que tratan de analizar cada partido individualmente, incluso en términos comparativos, soslayando las circunstancias de cada club. El Mallorca es, en este sentido, un ejemplo paradigmático, ya que no tenía plantilla para descender desde primera división, ni luego a Segunda B, ni para caer a la primera ante un Lleida inferior en la Copa del Rey.
Hemos explicado hasta la saciedad que el problema del equipo no era ni es de jugadores, sino de gestión. Cinco años de decadencia no se encadenan por caprichos del balón, sino por graves defectos de estructura, organización y conocimientos, por tanto a nadie puede sorprender que haya sido noqueado a partido único, ni que sus primeras actuaciones en liga hayan resultado decepcionantes más allá de los resultados y los puntos. Pero, a su vez, tiene que quedar claro que el actual y único responsable es Maheta Molango, justo por debajo de Robert Sarver, ya que no ha sido capaz de romper una dinámica negativa, ni hallar el antídoto al veneno que Utz Claassen, Pedro Terrasa y Gabriel Cerdá dejaron en las vías sanguíneas de la institución.
Cierto que la plantilla es muy mejorable. Son muchas las preguntas sin respuesta en torno a fichajes como los de Rufo, Grima, Alex Serrano y compañía y el extraño criterio seguido en la duración de sus contratos y los de otros compañeros. Y la más importante, ¿qué hay detrás de un proyecto tan insensato como fallido?. Tampoco es muy normal que Vicente Moreno proclame su ilusión por el torneo del ko y alinee al equipo suplente, una curiosa forma de interés.
Miren, lo del miércoles es un fracaso rotundo e inexcusable, pero vendrán más. Y aún tratan de incitar al aficionado a remar. ¿Para qué?, ¿para alimentar la autoestima del CEO?, ¿para mejorar el negocio del inversor americano?. La afición mallorquinista no puede ser considerada como la cuadrilla de remeros de las galeras romanas. ¿Remar?, que remen el emperador y sus tribunos.
