Como era de esperar, el impuesto sobre pernoctaciones turísticas, más conocido como impuesto turístico o ecotasa, se incrementará un 100% para 2018, según informaron el vicepresidente del Govern y conseller de Turismo, Biel Barceló, y la consellera de Hacienda, Catalina Cladera. Esto supondrá ingresar por esta tasa alrededor de 120 millones de euros, según las estimaciones del Ejecutivo, lo que viene a reforzar la sensación de que se trata de un gravamen netamente recaudatorio. Porque este es el principal argumento que se ha ofrecido para justificar esta brutal subida: el aumento en la recaudación.
Con la subida anunciada, el impuesto costará en un hotel de tres o cuatro estrellas, tres euros por persona y noche. Se derrumba así de un plumazo uno de los principales argumentos esgrimidos en su día para justificar las bondades del impuesto, su escaso importe, lo que venía a garantizar que no habría efectos negativos ya que no tenía efectos disuasorios para los potenciales visitantes, cosa que Barceló asegura que así ha sucedido. Tomando como bueno aquel argumento, doblar el importe a pagar por cada turista que se aloje en un establecimiento reglado sí tendrá un efecto disuasorio, principalmente sobre el turismo familiar. Aunque hay que sospechar que es justamente eso lo que se persigue, como ha apuntado el líder del PP de Balears, Biel Company.
Recordemos que los principales destinos turísticos nacionales competidores de Balears, a excepción de Catalunya, no tienen una tasa similar, por lo que ella misma actuará de acicate para que muchos turistas opten por ir a Canarias, Andalucía y Comunidad Valenciana, en detrimento de nuestro archipiélago.
Además, esta medida adoptada de forma unilateral por el Govern previo acuerdo con las fuerzas políticas que le dan apoyo, PSIB, Més y Podem, únicas que aplauden la medida, no ha sido consensuada con nadie más, lo que ha motivado el alud de críticas de los hoteleros y de los partidos de la oposición, PP, C’s y Pi. Esta forma de tomar decisiones que afectan a la industria turística balear sin negociar con los operadores turísticos ni con los hoteleros, forzados a actuar de recaudadores, se compadece mal con una pretendida imagen gobierno dialogante y moderado que exhibe el Ejecutivo Armengol. Por ello, el sector hotelero se encomienda aún más a las denuncias presentadas ante la Comisión Europea contra este controvertido impuesto como único modo de parar los pies al Govern.
Y finalmente hay que recordar algo que nunca menciona el Govern ni los partidos que entusiastamente corean esta subida impositiva: esta es una tasa que no solo pagan los turistas, sino que también la abonan obligatoriamente todos los residentes que por una razón u otra se ven obligados a pernoctar en un hotel. Así pues, estamos ante un importante aumento de la presión fiscal, también a los residentes baleares, sin ninguna razón de peso que lo justifique más que para recaudar más. Mientras tanto, el Govern continúa con el grifo del gasto público abierto al máximo y sin intención alguna de equilibrar por esa parte el desequilibrio presupuestario.





