Les voy a reconocer que tenía mi columna semanal escrita sobre el contexto económico actual. Sin embargo, “Los asesinos de la luna”, la última película de Scorsese merece hoy este espacio. Una obra magistral adapta la novela homónima de David Grann basada en hechos reales sucedidos en 1920 y la década de los años veinte en Oklahoma y que fue uno de los primeros grandes casos a resolver para el recién creado FBI.
“Marty” lo ha vuelto a conseguir. Siempre capaz de transitar por lugares comunes en sus obras y de encontrar nuevos enfoques a la bajeza y la avaricia humana. Retrata una valiente crítica al colonialismo más reciente del siglo XX a través de una cautivadora historia local, la de los brutales crímenes a varios miembros de la comunidad indígena Osage, tras descubrir yacimientos de petróleo bajo las tierras de los indios.
Hipnótica. Ritmo lento pero continuo que consigue captar, durante más de tres horas, la atención del espectador con una tensión dramática que no decae. Con un epílogo impecable y sorprendente. Una genialidad a la altura de Scorsese.
Muy pocos directores son capaces de comunicar tanto a través de las imágenes. Y si añades interpretaciones magistrales como las de DiCaprio y De Niro, el resultado es una obra épica como ésta. Soberbio DiCaprio, como siempre. Pero quiero destacar la interpretación de Lily Gladstone que interpreta a Mollie, una mujer Osage, víctima enmudecida, aterrada, pero fuerte a la vez. La potencia de sus miradas, su constante contención y el peso de sus silencios es sencillamente desgarradora y brillante.
Sin duda, una obra necesaria que rompe las costuras de la historia reciente.
